Page 200 - Revista de Occidente o la modenidad española
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por sus páginas aparecen taxis, neones, cines, las jazz band formadas, como es de rigor, por músicos negros; los almacenes granviarios Madrid-París; Picasso, los aeródromos, los rascacielos, los caba- rets con tanguistas de alquiler, tan distintos de los berlineses y parisinos, pues, como señala el escritor con algo de envidia, «allí hay vicio»; los arquitec- tos y artistas del racionalismo del Arte Nuevo; el femenino Lyceum Club, la huelga general, las má- quinas de escribir Underwood formadas en batería; los electrodomésticos, los automóviles, la Rusia soviética citada con emoción... Todo traído muy oportunamente en un ambiente de Fronda, de fin de época, que Díaz Fernández supo captar y al que contribuyó desde una oposición activa al dictador.
Es La venus mecánica una novela cuyo autor,
a pesar de las críticas que realiza a un mundo que considera deshumanizado, aún parece confiar en la modernidad, en el futuro de la técnica para cambiar la sociedad y en la ciudad como espacio de vida. El escritor todavía creía en un Madrid que estaba em- barcado en un proceso de mejora en el que, desde
el recién finalizado rascacielos de la Telefónica, se podían ver, según hacia dónde se mirase, las calle- juelas del barrio de Pozas, los tejados del Madrid barojiano que descendían hacia el Manzanares y las Injurias, o la Castellana, el eje de crecimiento de la nueva ciudad que habían señalado con tiralíneas Secundino Zuazo y el alemán Hermann Jansen.
Es decir, todo junto, y a veces revuelto, organillo
y vanguardia, Solana y Maruja Mallo, Giménez Caballero y Emilio Carrere, neomudéjar y raciona- lismo, Valle-Inclán y el ultraísmo, 98 y 27 o Revista de Occidente y El Imparcial. Una contradicción de la época que no se le escapaba a José Díaz Fernández.
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