Page 199 - Revista de Occidente o la modenidad española
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momento, aunque tan solo son mencionados, desde Picasso a Cocteau, pasando por Valery Larbaud, Max Jacob, Emilio Carrere o el boxeador y futuro ídolo nacionalsocialista Max Schmeling. También se pue- de identificar entre los personajes de la novela a la pintora Maruja Mallo, de la que reseña su exposición gijonesa de agosto de 1927; la deportista y escritora Concha Méndez; el doctor y patricio liberal Gregorio Marañón; el dictador Miguel Primo de Rivera; el boxeador y futuro amigo de los collabos Paulino Uzcudun y quizás el líder de la FUE, Antonio María Sbert, en forma de estudiante detenido en la estación.
Es un nutrido grupo que acompaña a los prota- gonistas de la novela, el periodista Víctor Murias,
un freelancer muy diferente de los plumillas de aire decimonónico de La Correspondencia, y Obdulia Sánchez, una versión vanguardista de la Nardo ra- moniana que ha cambiado el Campillo del Mundo Nuevo por la Gran Vía. Una Eva moderna, especie
de Fortunata déco, mujer automática fabricada por
la moda que vive en una modernidad de bares, dan- cings y cocktails, ya para siempre deportista y joven, como las que mostraban las cubiertas de Blanco y Negro ilustradas por los mejores artistas del momen- to. Es una mujer Ford o Citröen, cubista, diseñada
por Picasso, que no tiene nada que ver con las castizas protagonistas de las obras de Pérez de Ayala o Ramón, que ha cambiado la oscuridad de Pozas o el Rastro por apartamentos cosmopolitas de la Gran Vía, de- corados a la moda art déco venida de París. Una
mujer que presume de libre y que está en el origen
de una de las revoluciones del vertiginoso siglo xx.
Hay una voluntad en Díaz Fernández de no de- jar fuera de la novela ninguno de los elementos que en Madrid se identificaban con «lo Nuevo». Así,
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