Page 198 - Revista de Occidente o la modenidad española
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fue arrasado por una enorme trocha que dividió los viejos barrios que tanto gustaban a personajes como Rafael Cansinos Assens, José Gutiérrez Solana o Juan Ramón Jiménez, quienes se mostraron extraordi- nariamente críticos con el proyecto que destruía los oscuros barrios del centro. El área transformada era una zona que atraía sobremanera a los dos Ramones compañeros de generación, Gómez de la Serna y Pérez de Ayala, autor este último de Troteras y danzade- ras, situada en ese entorno de la nueva avenida. Sin embargo, también hubo quien vio con interés, más o menos declarado, el proyecto modernizador, como el joven Francisco Ayala, quien en 1928, como recoge José-Carlos Mainer,9 describió el más moderno tramo de la Gran Vía en los siguientes términos: «Paisaje de fuerte realidad nunista: cosmopolita, quebrado, li- neal (Rascacielos, estación de radio y anuncios lu- minosos)». También es el caso del poeta César M. Arconada, que cantaba el fin de las calles viejas en su libro de poemas Urbe, publicado en 1928, con entu- siasmos futuristas ya algo trasnochados: «Leyenda. / Pasado. / Recuerdos. / Imprecación a las calles viejas. [...] Signore Marinetti: / ¡Vivan los rascacielos!».
Sin embargo, el verdadero cantor de la Gran Vía, cuando ya iba tomando sustancia arquitectónica la avenida de Pi y Margall, fue José Díaz Fernández con La venus mecánica, publicado en 1929, un año después de El blocao, una de las novelas más impor- tantes sobre la guerra de Marruecos, y otro antes de aparecer El nuevo romanticismo, el ensayo en el que recoge la crisis de las vanguardias deshumanizadas que ya había señalado Ortega. Es La venus mecánica una novela coral por la que desfilan, apenas velados, tipos del mundo agitado y brillante del Madrid pre- rrepublicano, junto a otros personajes del momento,
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José-Carlos Mainer,
17 de diciembre de 1927. El triunfo de la literatura, Barcelona, Taurus, 2020.
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