Page 174 - Revista de Occidente o la modenidad española

música o sobre ajedrez, juego en el que Vela fue muy hábil y al que fue muy aficionado (y no en vano, como si estuviéramos en una película de Ingmar Bergman, la Muerte lo sorprendió jugando una partida).
Fue en una cafetería de Llanes, el 6 de septiem-
bre de 1966, cuando le quedaban cincuenta días para cumplir setenta y ocho años. Sobre su biografía, no especialmente rocambolesca pero, aun así, mucho más agitada de lo que suponemos que hubiera deseado un temperamento tan pausado y tranquilo como el suyo, casi contemplativo de tan sereno, se pueden leer las páginas acerca de la «Vida de Fernando Vela» que José-Carlos Mainer incluyó en su insoslayable prólogo a su selección de artículos Inventario de la moderni- dad (Gijón, Noega, 1983) o los «Datos biográficos» que Eduardo Creus Visiers encartó en su también excelente presentación a su propia antología de Ensayos del es- critor asturiano (Madrid, Fundación Banco Santander, 2010). Creus Visiers, que es sin duda el mayor y más tenaz «fernandovelista» de hoy en día, ha redacta-
do hace muy poco otro «Esbozo biográfico» para su edición de Los Estados Unidos entran en la Historia (Pamplona, Urgoiti, 2021), el libro más voluminoso que publicó nunca Vela (originalmente en Madrid, Atlas, 1946) y, como explica su editor, el único títu-
lo propiamente suyo (antologías aparte) que ha sido rescatado y puesto en circulación en tiempos recien- tes para salir a la busca de posibles nuevos lectores.
Mi cometido en estas páginas no es reflexionar so- bre la vida de Vela, pero lo cierto es que se trató de uno de esos intelectuales ante los que no es nada fácil se- parar su cuerpo de su trabajo, sus días de sus escritos, su «alma» de su obra. Entregado desde muy pronto al sacramento civil de la cultura, hay, sin embargo, que recordar rápidamente algunos hitos necesarios, cuando
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