Page 79 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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sentimiento de vergüenza e indignación, según afirma en El problema espa- ñol, conferencia de significativo título que impartió en la Casa del Pueblo de Alcalá de Henares el 4 de febrero de 1911, “porque las desdichas de España, más que para lamentarlas o execrarlas, son para que nos avergon- cemos de ellas como de una degradación que no admite disculpa” (I, 149), en clara alusión a la generación noventayochista, cuya labor “innovó, trans- formó los valores literarios. Esa es su obra. Todo lo demás está lo mismo que ella se lo encontró” (II, 271)7. Y es que, si bien los escritores novecen- tistas, entre los que se encuentra Azaña, adoptan las peculiaridades estilís- ticas del 98, con la reducción del párrafo extenso y el gusto por el enuncia- do preciso8, criticaron a sus maestros la inacción y que no hubieran logrado la transformación social y cultural a la que inicialmente aspiraban, una tarea que corresponderá a los intelectuales del novecentismo. Por eso, Aza- ña, en el discurso pronunciado en su ciudad natal, lanza una idea que se convertirá en el eje vertebrador de su acción política:
De ahí nuestro propósito y el empeño mío de esta noche, de correr en misión la tierra española queriendo persuadir a nuestros conciudadanos de que hay una patria que redimir y rehacer por la cultura, por la justi- cia y por la libertad (I, 149).
Para conseguir este objetivo reformador, que ya habían intentado los ilus- trados del siglo xviii, inicia, al igual que otros compañeros de generación, una labor divulgativa y pedagógica a través de diversos medios de expresión –el libro, el periódico, la conferencia o el mitin–, a la vez que aprovecha la oportunidad que la Junta para la Ampliación de Estudios ofrece a los jóve- nes de estudiar en universidades europeas, de Alemania y Francia especial- mente. Azaña elige el país vecino, no solo por los valores que para él repre- sentaba, sino también porque se adecuaba a su formación. En la solicitud de pensión aduce como mérito el conocimiento de los idiomas francés e inglés, según había acreditado en los ejercicios de la oposición que obtuvo como auxiliar de la Dirección de los Registros (VII, 218), pero la impron- ta que deja la lengua francesa en la prosa azañista es muy superior a la in- glesa: 69,98 por ciento de galicismos frente al 20,65 de anglicismos sobre el porcentaje total de préstamos de otras lenguas9.
La literatura francesa también forma parte del caudal de lecturas de Azaña: Victor Hugo, Chateaubriand, Stendhal, Balzac, Proust o Racine, de cuyas tragedias aplaude una perfección formal interna donde “cada verso es un brillante prodigiosamente tallado” (VII, 252), pero, sobre todo, Rousseau, al que leyó con entusiasmo juvenil “en aquellos años de la primera mocedad en que el fuego de los periodos rusonianos nos abrasaba las venas” (I, 197).
En otoño de 1911 Azaña se traslada a París, becado durante medio año, período que prolongaría cinco meses más, y comienza una serie de escritos sobre Francia que termina en 1920. En enero de 1912 inicia su colabora-
7 Esta cita, perteneciente al artículo “¡Todavía el 98!”, publicado en 1923 en la revista España, no será la única referencia a la derrota sufrida por nuestro país, sino que está presente en diferentes momentos de la obra de Azaña hasta el final de su vida. Vid. Hermosilla Álvarez, M.a Án- geles, “La intertextualidad como ins- trumento comunicativo en la orato- ria de Manuel Azaña”, en Calero, M.a Luisa y Rivera, Fernando (coords.), Estudios lingüísticos y lite- rarios. In memoriam Eugenio Coseriu (1921-2002), Córdoba, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 2004, pp. 153-163.
8 Cfr. Hermosilla Álvarez, M.a Án- geles, La prosa de Manuel Azaña, Córdoba, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1991, pp. 32, 146 y 206.
9 Ibídem, p. 136.
78 M.a Ángeles Hermosilla Álvarez