Page 289 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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una enorme variedad de formatos, y que vienen ligados al origen del con- cepto mismo de intelectual, de la mano del affaire Dreyfus. Como explica Paul Aubert, en esa época “[...] la cronología de la evolución de la prensa (aparición de crónicas, creación de revistas) se confunde con la del comba- te de los intelectuales. La colaboración periodística o la creación de un periódico son, para estas élites intelectuales, medios de afirmarse y de pro- ponerse como guías”1.
Por consiguiente, Azaña es consciente desde muy joven de la importancia del concepto de las ‘masas’, y, como buen conocedor del periodismo de la época, sabe de la importancia de las multitudes como sujeto de la ‘opinión pública’, un concepto que también empieza a definirse en aquellos años. Azaña supo utilizar los medios de masas tanto para cimentar su prestigio intelectual como para crearse una dimensión popular que, de manera cons- ciente e inconsciente, fue uno de los ejes fundamentales de su política co- municativa. Él fue de los primeros políticos en entender la importancia de los medios en la construcción de un liderazgo.
En agosto de 1931, como leemos en sus diarios, Azaña se siente el hombre más popular de la República. Pero rápidamente matiza esta sensación. No quiere comunicar ni la más mínima satisfacción: “Pero yo no siento con todo esto, no ya embriaguez, ni siquiera gusto. Estoy absolutamente inhi- bido. No me penetra la popularidad ni el aplauso. [...] Estoy tan habituado a vivir para mis adentros toda mi vida, que esto de ser la vedette parece que no va conmigo”2.
No sabemos si a Azaña le gusta esa popularidad, pero sí vemos que reflexio- na sobre ella con frecuencia y que, con el paso del tiempo, la considera un elemento importante porque refuerza su figura política. A lo largo de su diario va registrando diferentes anotaciones sobre la evolución de ese estado de opinión (“En Cataluña soy muy popular...”; “Todavía soy popular, aun- que gobierno”; “En los pueblos donde pasaba el tren salían obreros a aplau- dir y a gritar”; “Tengo una prensa favorabilísima, qué artículos, qué diti- rambos”). Sabe que es un elemento esencial en la construcción de su imagen, pero también que le confiere una fuerza política inmensa, como demostrará en los días de sus grandes actos de masas, que le catapultaron al liderazgo del Frente Popular y a la presidencia de la República. Que las primeras reflexiones del presidente sobre su popularidad sean de 1931 y las movilizaciones de masas inspiradas por Azaña lleguen a su punto álgido en 1936 nos ayuda a entender hasta qué punto el carácter popular de su figu- ra es un elemento sostenido en el tiempo y que sin duda, a pesar de su discurso explícito aparentemente despreocupado en este sentido, es uno de los conceptos fundamentales que Azaña asocia a su liderazgo.
No es casual que el documental Manuel Azaña, un soñador sin ventura, dirigido en cinco capítulos para RTVE por José Fernández Cormenzana en
1 Aubert, Paul, “La historia de los in- telectuales en España”, Cercles, Revis- ta D’Història Cultural, Barcelona, núm. 22, 2019.
2 Esta y todas las referencias a los Dia- rios de Azaña en Azaña, Manuel, Diarios completos: Monarquía, Repú- blica, Guerra Civil, Barcelona, Críti- ca, 2000.
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