Page 280 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook

9 Ibídem, p. 425.
10 Ibídem, vol. 2, p. 994.
La República –afirmó– no es un mal menor [...] sino el único medio de nacionalizar la política y el Gobierno de España [...]; la República no es un cambio en la persona del jefe del Estado, sino una renovación en las costumbres y en los métodos políticos de gobierno del país; la Repúbli- ca no es una mera enunciación de principios políticos o de doctrina política, [...] sino un instrumento de reforma sustancial del Estado y de la sociedad española [...]; la República no es un aparato legal para crear un sistema de tutelar al pueblo español a través de una red de intereses egoístas, o de partido, caciquiles, o de oligarquías, sino la emancipación definitiva de la democracia española9.
Coherente siempre con su pensamiento político, la República, como ha- bía afirmado en el mitin de la plaza de toros de Madrid ya en 1930, “será democrática, o no será”10. Esta es la esencia del programa reformista de Azaña: acabar con los viejos usos decimonónicos, convencer al pueblo de que debe implicarse responsablemente en la política y educarlo –de ahí la insistencia del programa republicano en la educación– para convertirlo en ciudadano.
Pero, sin duda, el discurso que ha quedado en la memoria de todos los que asistieron y que representó un hito indiscutible en la trayectoria de Azaña fue el que pronunció en el campo de Comillas el 20 de octubre de 1935. Sin embargo, fiel a sí mismo, antes de volver a la tribuna, se tomó un des- canso. A mediados de agosto había aparecido en las librerías Mi rebelión en Barcelona, la versión que había escrito, durante su encierro en el puerto de Barcelona, sobre su detención, procesamiento y absolución. Se vendieron más de 20.000 ejemplares: un éxito rotundo, y Azaña se fue de vacaciones con su mujer. Habían previsto ir a Italia, pero acabaron viajando a Bélgica y Holanda, pasando por París.
azaña o la fuerza de la palabra 279