Page 279 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook

Hoy puede parecer inaudito que un mitin político despierte tanta expec- tación y convoque a una masa ingente de personas. Pero en los años treinta el índice de analfabetismo en España era elevado (más del 58 por ciento, por ejemplo, entre las mujeres), la prensa no alcanzaba grandes tiradas ni la radio llegaba a todos los puntos de la geografía nacional. La televisión aún no estaba presente en los hogares: las campañas electorales se hacían convocando a las multitudes, hablando al pueblo, educándolo –como defendería siempre Azaña– para convertirlo en ciudadanía com- prometida y convenciéndolo para que ejerciera el voto con responsabili- dad. Era, en cualquier caso, un método habitual en aquellos años; solían celebrarse los domingos en locales con suficiente aforo: teatros, cines, hoteles, a los que se accedía previo pago de la correspondiente entrada. Pero lo que ocurrió con Azaña, en lo que se ha llamado campaña de dis- cursos en campo abierto, trascendió todos los límites de lo conocido hasta entonces.
En Valencia, la demanda había sido tan masiva que fue necesario alquilar un campo de fútbol y el fenómeno se repitió en Lasesarre, en Baracaldo (Bilbao), el 14 de julio, donde de nuevo se congregaron miles de personas para escucharle, y finalmente en Comillas (Madrid), el 20 de octubre, don- de se desbordaron de nuevo todas las previsiones y Azaña reunió a más de medio millón.
Si en el mitin de Valencia el objetivo era llamar a la unidad electoral y fijar los propósitos de la campaña: disolución de las Cortes y nueva con- vocatoria electoral, en Lasesarre, Azaña se volcará en su vocación de po- lítico educador y desarrollará un discurso con claro contenido doctrinal, empleándose a fondo para definir la República y sus objetivos ante los ciudadanos:
Anónimo
Discurso en el campo de Mestalla, Valencia
Fotografía, 26 de mayo de 1935 Colección Asociación Manuel Azaña
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