Page 222 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
P. 222

España, en deriva acelerada hacia un régimen soviético
El cuadro descrito presentaba rasgos soviéticos. A saber: la persecución implacable de las opiniones contrarias a las del Gobierno o la negación y el menosprecio de los derechos del individuo, agravados por bárbaras vejacio- nes. Habría que añadir la política militar de Azaña. Había alejado del Ejér- cito a los jefes más capaces y dejado la mayor parte de los puestos de man- do en manos de generales y oficiales desconocidos, con frecuencia escasamente cualificados. También había provocado ambiciones descomu- nales entre los suboficiales y creado una situación favorable a eventuales aventuras soviéticas.
La tiranía roja reinante en España, de forma más o menos hipócrita, recor- daba la siniestra actividad de la GPU (policía secreta de la Unión Soviética): delaciones calumniosas, detenciones arbitrarias, presiones constantes sobre tribunales y jueces, trato penoso a los deportados monárquicos y la amena- za de retirar sus bienes y empleos a quienes no cedieran a la dictadura re- volucionario-socialista. Azaña y sus ministros, en particular los socialistas, eran inaccesibles al público. Los rodeaba una auténtica muralla de tres o cuatro filas de guardias o de policía. Azaña viajaba en automóvil blindado precedido de un coche de policía. Le seguían dos y un autocar lleno de Asaltos. ¿No era esta una manifestación del miedo que embargaba a los dirigentes de la República?
El Gobierno se cubría con el manto del Parlamento, pero este no represen- taba la voluntad nacional. Se le había elegido merced a presiones que ha- bían impedido presentar candidatos a los partidos de derechas. Las eleccio- nes municipales del 12 de abril fueron el mecanismo del que se sirvieron los republicanos para derrocar la monarquía. Solo las consideraron válidas en la medida en que les fueron favorables. Además, se anularon aquellas en las que la victoria fue de candidatos monárquicos. Esta enorme superchería sirvió de base a la República para organizar las elecciones a Cortes Consti- tuyentes del 28 de junio de 1931. Como es sabido, esta parte del discurso reaccionario se ha mantenido hasta nuestros días.
En consecuencia, el Parlamento perdió toda representatividad. A pesar de ello, Azaña estaba dispuesto a prolongar indefinidamente tal situación con el apoyo de una mayoría republicano-socialista. No extrañaría, pues, que el Gobierno tuviese que recurrir a los medios más vergonzosos para acallar a la oposición. Todo aquel que formulara críticas se veía denunciado, deteni- do, maltratado y multado.
No faltó la retahíla de desastres. Desde la proclamación de la República, y en encontronazos con la fuerza pública, había habido más de doscientos muertos y varios centenares de heridos. Se invadían las propiedades agra- rias, se destruían las cosechas, los dueños se veían obligados a abandonar- las. Las masas, a veces espoleadas por las autoridades, incendiaban iglesias,
Conspiración monárquica: Azaña en la diana 221




























































































   220   221   222   223   224