Page 206 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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Anónimo
Azaña rodeado de militares,
entre ellos, el general Queipo de Llano en el acto de entrega de la nueva bandera a la Academia de Toledo Fotografía, Toledo,
7 de octubre de 1931
Colección Asociación Manuel Azaña
AZAÑA,
EN EL MINISTERIO DE LA GUERRA
Manuela Aroca Mohedano Fundación Francisco Largo Caballero Universidad Carlos III de Madrid
EL 14 DE ABRIL DE 1931, ENTRADA YA LA NOCHE, MANUEL
Azaña Díaz, líder de un pequeño partido republicano, llegaba a la sede del hasta entonces Ministerio del Ejército, en el Palacio de Buenavista de Ma- drid, para hacerse cargo de la cartera de Guerra. Le acompañaba el capitán de Artillería Arturo Menéndez. Los ecos de la “revolución” –como Azaña denominó al proceso de tránsito entre monarquía y república en España– resonaban aún en las calles de Madrid. Ese instante iba a transformar para siempre la vida del político, del escritor, del funcionario de Justicia: no solo entraba en la vorágine de convertirse en uno de los hacedores de la nueva República, sino que lo hacía en un puesto especialmente comprometido.
Los cambios que estaban a punto de acaecer en la política militar de Espa- ña, impulsados por el ministro Azaña, han sido ya estudiados con profu- sión. Para el hombre y el político, ese punto de inflexión cambió todos los aspectos de su existencia: el Ministerio de la Guerra fue el ámbito en el que Manuel Azaña pudo desarrollar, por primera vez, una gestión política. Su sede, en Buenavista, se convirtió en un espacio muy querido por el ministro y después presidente del Gobierno. En sus rincones recibió, de- partió y compartió información, no solo con los protagonistas militares de la época, sino con toda la clase política y con la intelectualidad que el mi- nistro frecuentaba.
En la sede del Ministerio de la Guerra, Azaña pasó la época más gratifican- te de su vida política activa. Aunque durante los primeros tiempos de su mandato como ministro vivió en su propio domicilio, prefirió desarrollar su tarea política en el Palacio de Buenavista, anteponiéndolo como lugar de trabajo a la sede de Presidencia del Gobierno, y más tarde trasladó allí su
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