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Ocho, dos, tres...
el último compás: la argentina y lorca mueren, la argentinita se exilia y nunca volverá a españa (1936-1945)
El sino no fue amable con los protagonis- tas de este fandango, que vinieron a reno- var con sus iniciativas la danza española en clave moderna y vanguardista de los años veinte y treinta. El primer acontecimiento fatídico tuvo lugar el 13 de agosto de 1934, cuando Ignacio Sánchez Mejías falleció como consecuencia de las heridas por asta de toro tras su nueva vuelta a los ruedos. Sin su figura, ni la Compañía de Bailes Espa- ñoles ni la vida de la propia Argentinita po- dían ser ya las mismas. El brillante proyecto dancístico, a las puertas de conseguir una verdadera relevancia internacional, se fue a pique con ballets en el tintero y creadores e intelectuales movilizados entre Madrid y Pa- rís para una temporada que ya nunca vería la luz. Su hermana, Pilar López, recordaba que, destrozada, La argentinita pidió ayuda a la actriz Lola Membrives para que, a través de su marido, empresario del Teatro Colón de Buenos Aires, fuera contratada para ac- tuar por Latinoamérica. no volvería de tal empresa hasta apenas unos días antes de la sublevación militar que dio origen a la Guerra Civil española, el 18 de julio de 1936, exactamente un mes antes de que su com- padre Federico García Lorca fuera asesina- do en el barranco de Víznar. Pero es que el mismo día del alzamiento contra el Gobier- no republicano, fallecía repentinamente en Bayona Antonia Mercé La argentina, después de haber actuado aquella tarde en un teatro de San Sebastián.
La sucesión de los acontecimientos bélicos, las represalias y las movilizaciones causaron el terror en Encarnación y Pilar López, que se ampararon en la bandera Argentina que colocaron en el portal de su casa para evitar cualquier posible problema. Tras participar en varios festivales de apoyo a la República en el verano de 1936, las hermanas López salieron de España con destino a Casablan- ca, donde iniciaron sus actuaciones a princi- pios del mes de noviembre.11 Era el comien- zo de un frenético itinerario de espectáculos ofrecidos en distintas ciudades del norte de
la escena se configuraba a Través de la forma, el volumen y el color, de la mano de sinTéTicos elemenTos por delanTe del ciclorama sobre los que se proyecTaba una pensada luminoTecnia.
África y Europa, para dar el salto a América en el otoño de 1938. La argentinita no retor- naría jamás a España, pues la enfermedad cercenó prematuramente su vida el 24 de septiembre de 1945 en el Harkness Pavillon del Columbia Presbyterian Medical Center de nueva York.
En el último compás del fandango, las tres figuras musicales, Lorca, La argentina y La ar- gentinita, desaparecían entre las consecuen- cias de la guerra, pero su baile entrelazado se ha mantenido vivo a través de la magia que opera sobre el escenario, que es capaz de trascender el paso del tiempo y ofrecer, ochenta años después, aquellas músicas, imágenes y movimientos que sonaron una vez entre las paredes de los teatros.
nOTAS
1. Este texto se enmarca en el proyecto I+D+i: 50 años de arte en el Siglo de Plata español (1931- 1981) (MInECO, HAR2014-53871-P).
2. Para profundizar en distintos aspectos recogi- dos en este artículo, véanse de la misma autora: “«La argentina» y «La argentinita»: bailarinas de la Edad de Plata”, Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, 85-86, Fundación Francisco Giner de los Ríos [Institución Libre de Enseñanza], Madrid, 2012, pp. 11-23; y “La Compañía de Bailes Españoles (1933-1934): Argentinita, Lorca y Sánchez Mejías”, en Carmen Giménez Morte (ed.): La investigación en Danza en España, Va- lencia, Mahali, 2012, pp. 33-40.
3. “La argentina y el baile español”, Heraldo de Ma- drid, Madrid, 26 de septiembre de 1926, p. 5.
4. Río, Ángel del; García Maroto, Gabriel; García
Lorca, Federico; Onís, Federico de, Antonia Mer- cé, la argentina, nueva York, Instituto de las Es- pañas, 1930.
5. García Lorca, Federico, “Elogio de Antonia Mer- cé, «la argentina»”, en Obras completas (ed. M. García posada), Madrid, Círculo de Lectores, 1997, p. 284.
6. Amorós, Andrés y Fernández Torres, Antonio, Ignacio Sánchez Mejías, el hombre de la Edad de Plata, Córdoba, Almuzara, 2010, pp. 186-190.
7. Véase el magnífico Legado Antonia Mercé La ar- gentina conservado en la Fundación Juan March de Madrid, del que forman parte varios álbu- mes de fotografías y programas de mano que ilustran todas sus giras.
8. Ossa, Marco Antonio de la, Ángel, musa y duende: Federico García Lorca y la música, Ma- drid, Alpuerto/universidad de Castilla-La Man- cha, 2014, pp. 211-234.
9. Así lo recordaba Santiago Ontañón en sus me- morias, unos pocos amigos verdaderos (prólo- go de Rafael Alberti), Madrid, Fundación Banco Exterior, 1988, p. 176. Son conocidas también las evocaciones de León y Alberti en sus respec- tivas memorias: León, María Teresa, Memorias de la melancolía, Barcelona, Laya, 1977, p. 102; Alberti, Rafael, La arboleda perdida, Barcelona, Seix Barral, 2003, pp. 351-352.
10. Esta oposición se desarrolla en: Murga Castro, Idoia: “Argentina vs. Argentinita: El amor brujo en dos modelos de compañía de danza en la Edad de Plata”, en Giménez, Francisco y Torres Clemente, Elena (eds.): El amor brujo, metáfora de la modernidad (1915-2015). Estudios en tor- no a Manuel de Falla y la música española del si- glo XX, Madrid, Archivo Manuel de Falla, Centro de Documentación de Música y Danza (InAEM) y Centro de Documentación Musical de Andalu- cía, 2016, en prensa.
11. Murga Castro, Idoia, “Encarnación López la ar- gentinita: la bailarina del exilio (1936-1945)”, en M. F. Vilches-de Frutos; P. nieva-de la Paz; J. R. López; y M. Aznar (eds.): Género y exilio teatral republicano. Entre la tradición y la vanguardia. Ámsterdam/nueva York, Rodopi, 2014, pp. 181- 193.
PORTADA
José Antonio Morales, Federico García Lorca, Gusta- vo Pitaluga y Adolfo Salazar en una verbena madri- leña, años veinte. Fundación Federico García Lorca
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