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        Carmen Amaya ha sido la bailaora más universal que ha dado el flamenco. una artista genial e irrepetible que vino
al mundo en la Barcelona de 1918, inmer- sa en múltiples cambios tanto urbanísticos, como demográficos, sociales y culturales. Carmen Amaya se crió en una Barcelona en pleno proceso de industrialización, llegando a duplicar su población entre 1900 y 1930 has- ta llegar al millón de habitantes. una ciudad en fase expansiva y con incesantes reformas urbanísticas que necesitaban mano de obra urgentemente. una sociedad que empezaba a disfrutar de nuevos y mejores medios de transporte, de instalaciones eléctricas do- mésticas y de mejores condiciones laborales y salariales. Se redujo la jornada de trabajo y aumentó, por consiguiente, el tiempo perso- nal para el ocio. Hubo un incremento notable del asociacionismo (casinos, ateneos, centros excursionistas, clubs deportivos y artísticos) y se consolidaron los deportes de masas. Se desarrolla el cine, irrumpe el jazz, se empieza a retransmitir por radio y florecen los espec- táculos montados en torno a la canción o a las variedades (transformistas, circo, cabaret, imitadores de estrellas)1.
Como han aportado previamente los investi- gadores Eloy Martín Corrales, Rafael núñez, Francisco Hidalgo, Josep Ache o Eugenio Cobo, entre otros, Barcelona disfrutaba de ambiente flamenco ya desde el siglo XIX y, entrada la década de los veinte, contaba con una nutrida colonia de artistas perfec- tamente asentados en la ciudad. Los impor- tantes cambios que transformaron la ciudad de Barcelona en el primer tercio del siglo XX también favorecieron la consolidación del flamenco. Se produjo una masiva llegada de
inmigrantes procedentes de regiones en las que el flamenco formaba parte fundamental de su patrimonio cultural y así Barcelona se nutrió de nuevo público, nuevos aficionados y nuevos intérpretes. Allí donde hubo nego- cio, dinero y afición, hubo flamenco, y Barce- lona se convirtió en una de las capitales del género. Como describía el periodista àngel Marsà a propósito del éxito que tenían las co- medias aflamencadas en los teatros barcelo- neses y de la atracción por las modernidades que llegaban desde norteamérica:
“El contraste se acusa con fuerza. Fla- menquismo y cinematografías. Cante jondo y fantasía yanqui. Manzanilla y goma de mascar. Polos opuestos que, por rara paradoja, forman el punto ini- cial de este momento psicológico barce- lonés. He aquí como Barcelona –descri- ta a través de una síntesis gráfica– es, hoy por hoy, un péndulo que oscila en- tre Sevilla y Nueva York”2.
Aunque el talento de Carmen Amaya siempre destacó como fuera de norma y tendencias, está claro que la efervescencia de la Barcelo- na de su época contribuyó a que su arte pu- diera desarrollarse en plenitud.
Carmen se crio en el Somorrostro barcelonés, un laberíntico barrio de barracas construidas precariamente junto a la orilla del mar, en un espacio entre donde ahora está la playa nova Icària y el Bogatell. Su padre, José Ama- ya Amaya fue guitarrista y su madre, Micae- la Amaya Moreno bailaba, ocasionalmente, zambras en la intimidad familiar. El matrimo- nio Amaya tuvo, que conozcamos, 7 hijos, por orden: Paco, Carmen, Antonia, Leonor, José,
Carmen despuntó mane- ras desde muy pequeñi- ta y reCorría todas las noChes los tablaos y ta- bernas del barrio Chino barCelonés bailando en Compañía de su padre y de su tía.
“¿qué diaBlo será el que lleva en el Cuerpo?”. leopold stokowski
Antonio y María. Todos se dedicaron profe- sionalmente al flamenco, menos el pequeño José, del que se pierden las noticias en sus primeros años de vida. Paco fue guitarrista y Carmen, Antonia, Leonor, Antonio y María se dedicaron al baile y, esporádicamente, al cante, caso de Carmen y Leonor. La hermana de la madre, Juana Amaya, conocida como La Faraona, fue, en cambio, muy conocida por su porte hierático y su talento al baile.
Carmen despuntó maneras desde muy pequeñita y recorría todas las noches los tablaos y tabernas del Barrio Chino barce- lonés bailando en compañía de su padre y de su tía. Según sus propias palabras, de- butó en el Teatro Español del Paralelo en la compañía de cómicos de Josep Santpere y Josep Bergés. Probablemente, su primera actuación en un teatro fuera con la obra La Campana de Gràcia o el Fill de la Marieta (se- cuela de la tan coreada La Marieta de l’ull viu) estrenada el 7 de junio de 19243.
Desde noviembre de 1926, y con tan sólo 8 añitos, aproximadamente, su nombre ya era anunciado en la prensa de Barcelona como “Carmencita la gitana”, actuando en el Tea- tro Circo Barcelonés formando parte del cuadro de los Borrull4 (imprescindibles para conocer en profundidad el flamenco en la ciudad de Barcelona).
En 1929 comenzó su proyección internacio- nal, formando parte del Trío Amaya junto a su tía Juana La Faraona y su prima María, siendo contratadas para actuar en París, en el espectáculo de la cupletista Raquel Meller titulado paris-Madrid. Este espectáculo fue estrenado en abril de 1929 en el Music-Hall Palace. Aprovechando su estancia en París, el director de cine Benito Perojo también se fijó en el Trío Amaya para ambientar “a lo flamenco” unas secuencias de su pelícu-
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