Page 72 - Gaudí. La búsqueda de la forma
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80 BÓVEDAS CONVEXASMaqueta de una construcción hipotética de las bóvedas convexas (fig. 14)el haz de directrices, apoyados en puntales y ele- mentos auxiliares. Sobre ellos se coloca una serie de cabios que actúan como las generatrices del paraboloide. Encima de éstos se sitúan las rasi- llas de la hoja única tomadas con mortero de cemento pórtland, de manera similar a la del tablero del techo de la iglesia baja (J.-L. Gon- zález, 1990), que actúa como encofrado perdi- do, y sobre ellas se fabrica definitivamente el hormigón (fig. 14). Dada la configuración mor- fológica antedicha, trasmite su peso y las sobre- cargas de uso sobre los arcos, mediante la sec- ción abovedada cóncava.El hormigón acaba de dar corporeidad al volumen necesario hasta enrasar, o bien con la superficie más o menos plana del tramo hori- zontal o bien con las superficies inclinadas de las rampas de la escalera.Sobre las dificultades del replanteo para colo- car tablones y cabios siguiendo el trazado de directrices y generatrices, no se olvide que yase había conseguido replantear el edifico ente- ro a partir de las medidas tomadas de la maque- ta funicular, por lo que el pórtico no suponía una mayor complicación.Una vez desmontada la cimbra se realiza la decoración final. La capa mortero busca una regularización de la superficie poliédrica que necesariamente generan las rasillas, y la siguien- te es la que recibe los retales triangulares de rasilla. Su replanteo, ahora, ya no parece tan difícil, ya que se dispone de las referencias que han permitido situar tablones (directrices) y cabios (generatrices).La última operación consiste en el proyecta- do de la arena sobre una lechada de cal fresca que consigue camuflar toda referencia del proceso.Nos encontramos con un extraordinario jue- go sutil que permite adivinar cosas, pero es- conde otras; Gaudí nos muestra la compleja ley de formación geométrica, pero no nos expli- ca en absoluto cómo se ha construido y, es más, intenta hacer desaparecer cualquier señal de su realización mediante ese proyectado de are- na que nos da una superficie continua y casi abstracta.En definitiva, nada más lejos del «dolor de un construir redentor» apuntado por algunos (Lahuerta, 1993). Al revés: estamos ante el pla- cer que supone, con un dominio virtuoso del pro- pio oficio y del de los operarios, poder cons- truir con una expresión sin límites, pero con el mínimo de medios y sin transgredir (sino todo lo contrario) las razones prácticas de la arqui- tectura; es decir, estamos ante la manera de entender la construcción de Gaudí.J.-L.G.Y A.C.A la derecha: Secciones parabólica e hiperbólica de un paraboloide hiperbólico


































































































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