Page 13 - Escritura experimental en España, 1963-1983
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IntroducciónSueLe ser habitual empezar cualquier estudio sobre este tipo de temas haciendo una serie de de niciones o precisiones léxicas que pretenden distinguir entre los diferentes términos que se utilizan para cali car ala poesía de visual, experimental, concreta, espacialista, letrista, objetual, etc., sin que, al nal, dichas diferenciaciones satisfagan a todos, muy particularmente, a los autores de las obras a las que se aplican estos cali cativos.1 No es necesario añadir aquí más leña a un fuego que, después del tiempo transcurrido, no tiene muchas posibilidades de seguir ardiendo. No es preciso hacer aquí distinciones ni categorías que disgreguen las obras enquistándolas en camarillas que corren la posibilidad de ser enfrentadas, por el contra- rio, la pretensión de esta muestra y del texto que la acompaña es presentar un fenómeno plural y heterogéneo2 que, aun centrándose en las prácticas de la poesía, la desbordó para extenderse por otras artes, dando origen a unas manifestaciones visualmente ricas que han recibido, atendiendo a sus variadas técnicas, los nombres de collages, caligramas, pictogramas, ideogramas, poemas objeto, a los que hay que añadir todas las variantes surgidas de sus mestizajes.El común denominador de todas estas manifestaciones es la escritura.3 Se escribe poesía, pero también se escribe música y, en un momento determinado, en las vanguar- dias, los pintores introducen palabras en el espacio de las imágenes, y pintan escribiendo, mientras que los poetas se sirven de las imágenes y de los signos, ampliando así el re- pertorio de las letras y las palabras. Lo mismo sucede con la fotografía y el cine, con la arquitectura y la danza, el diseño y la tipografía. La libertad de las palabras, pregonada por el futurismo en 1909, alcanzó su mayoría de edad después de la Segunda Guerra Mundial cuando poetas, arquitectos, pintores, músicos, diseñadores y coreógrafos expan- den y contaminan sus lenguajes para expresarse en una especie de lengua común que, a falta de una de nición más e caz, hemos reconocido en un tipo de prácticas artísticas que denominamos genéricamente con el término «experimental».No pretendemos presentar aquí un género especí co de poesía ni de escritura, por más que haya su cientes argumentos para defender esta postura, sino más bien el efecto de una diseminación en torno a las prácticas de la escritura. No se trata de acotar un terri- torio, mostrando sus raíces más puristas y sus manifestaciones más consecuentes, sino de extender los límites de ese territorio haciendo hincapié en la diversidad y heterogeneidad. Pero, a pesar del sincretismo, un hálito común recorre todas las obras aquí seleccionadas, el de la experimentación.La preparación de esta exposición ha requerido un esfuerzo enorme de investi- gación y estudio que ha hecho evidente un problema: que la mayor parte del trabajo de1. Un razonado estudio sobre las diferentes variantes de la poesía visual se puede encontrar en Bartolomé Ferrando: «Espacios y territorios de la poesía visual», Archivo de Arte Valenciano. Publicación de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, n.o xciii, 2012, pp. 307-320.2. Laura López Fernández lo cali ca de «un arte sincrético» y de «género iconoclasta». Laura lópez Fernández: «Un acercamiento a la poesía visual en España: Julio Campal y Fernando Millán», Espéculo. Revista de estudios literarios, n.o 18, octubre 2001.3. Por razones operativas prescindimos aquí de lo fonético (la poesía y la música fonéticas) a pesar de que su desarrollo estuvo unido al fenómeno de la escritura.17