Page 43 - El poder del pasado. 150 años de arqueología en España
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FIG. 16
Primera publicación del Techo de Policromos de la cueva de Altamira. En Sanz de Sautuola, Marcelino (1880): «Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander». Lámina 3a.
miento, pero en otros casos porque los debates causa- ban más disgustos que prestigio. Ese será el caso, por ejemplo, de Tubino, Góngora y Machado. Mientras tanto ese espacio iba siendo cubierto, de manera muy precaria por extranjeros. En este campo sobresalen los hermanos Siret y Cartailhac. Este último en 1886 publi- ca Les Âges préhistoriques de l’Espagne et du Portugal, obra de síntesis fruto de las excavaciones practicadas en el Levante durante los años 1880 y 1881.
Aún mayor relevancia internacional tuvo el des- cubrimiento de las pinturas de Altamira por Marceli- no Sanz de Sautuola en 1879, publicándolas en 1880 ( Sanz de Sautuola, 1880 ) [ fig. 16 ]. Contó con el apoyo de Juan Vilanova, quien fue a defender la autentici- dad y antigüedad de las pinturas al Congreso Interna- cional de Arqueología y Antropología Prehistóricas que tuvo lugar en Lisboa en septiembre de ese mismo año, y aunque se le comisionó para que llevase a unos cuantos congresistas a ver directamente la cueva, unos despreciaron el viaje directamente en Lisboa, y otros, tras las malas referencias que les dieron en Madrid, prefirieron marcharse directamente a su país de origen ( Ayarzagüena 2006 ). La comunidad científica guardaba grandes reticencias ante las pin- turas de Altamira. Independientemente de que, sin duda, en un ambiente muy influido por el nacionalis- mo, a los países más adelantados del momento les costaba admitir que se les adelantase otro país con un descubrimiento tan espectacular ; sin embargo, el principal problema para su reconocimiento consistió en que no existían precedentes, ni siquiera aproxi- mados de un descubrimiento en tal sentido. A todo ello había que añadir que las falsificaciones arqueoló- gicas eran muy frecuentes y que los creacionistas, en- tre los que se encontraba Vilanova, podían utilizar las
pinturas para desacreditar el evolucionismo, encon- trándose fuerte oposición por parte española en la Sociedad Española de Historia Natural. Así pues, los evolucionistas, que eran mayoría entre los prehisto- riadores, no aceptaron las pinturas y hubo que espe- rar a principios del siglo XX para que fueran admiti- das de forma mayoritaria.
Tras los silencios de Cartailhac (1886), que había recogido todo lo que se sabía de la Prehistoria española aunque ignorado las pinturas de Altamira y las duras críticas de Cartailhac y Mortillet sobre la publicación de las pinturas de Altamira (1880), el arte rupestre pa- leolítico quedó prácticamente en el olvido hasta finales de siglo.
Nuevos hallazgos, como el de Font de Gaume, fa- cilitaron que se volvieran a tomar en consideración las pinturas de Altamira. La llegada a España de Cartail- hac y Breuil, acompañados, en esta primera visita por Hermilio Alcalde del Río, junto con Menéndez Pelayo y Pérez del Molino, marca un cambio de actitud radical por parte de Cartailhac, publicando su famosa Mea cul- pa d’un sceptique (1902). La firma en 1906 de un primer contrato entre el Príncipe de Mónaco y Alcalde del Río para fomentar el estudio de la Prehistoria en la región cantábrica devendrá en el trabajo en la zona de Breuil y Obermaier junto con el propio Alcalde del Río y Loren- zo Sierra y provocará toda una revolución en la dinámi- ca investigadora en Prehistoria existente hasta ese mo- mento en España.
Aparte de las excavaciones antes citadas, se reali- zarán trabajos arqueológicos en Itálica ( Santiponce, Sevilla), en el campamento romano de Juliobriga ( Reinosa, Santander ) o los trabajos de Jorge Bonsor en la comarca sevillana de Los Alcores, a los que hay que añadir los hallazgos de esculturas ibéricas en Ilici
La etapa pionera de la arqueología española ( 1867-1912 )
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