Page 170 - Eduardo Mendoza y la ciudad de los prodigios
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Llegaban de las tabernas el rasgueo de guitarras y canciones. Estas canciones eran sala- ces, pero transmitían una sensación agobiante de desamparo y angustia. ¿Cómo vine a parar a esta vida?, parecían querer decir los cantantes con voz aguardentosa y desga- rrada; no era esto lo que yo había soñado de niño, etcétera. También se oían castañuelas y taconeo y gritos y ruido de vasos rotos, muebles derribados, carreras y reyertas.
La ciudad de los prodigios
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