Page 172 - Eduardo Mendoza y la ciudad de los prodigios
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Antes del reencuentro con Delfina, antes de que ella se quedara en enaguas y así se arrojara en sus brazos y le mirara con aquellos ojos de azufre que habían de cambiar el curso de sus pensamientos, ya le había acudido a las mientes varias veces la idea de que el cinematógrafo podía haber sido ese entretenimiento nuevo que andaba buscando la Humanidad. El cinematógrafo reunía tres características que lo hacían idóneo: funcio- naba gracias a la energía eléctrica, no permitía la participación del público y era inmu- table absolutamente en su contenido.
La ciudad de los prodigios
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