Page 141 - Carlos III. Proyección exterior y científica de un reinado ilustrado
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 LA PROYECCIÓN ULTRAMARINA DE UN REINADO ILUSTRADO 139
Sólo a final de siglo, en este horizonte, dominado por las formas barrocas en las versiones decorativas extremadas impuestas por una incontenible exuberancia colonial o por las formas severas del clasicismo civil impuesto por el utilitarismo funcional de los ingenieros militares, surge el neoclasicismo académico promovido desde la Corte madrileña y difundido a través de diversas teorizaciones y, sobre todo, por instituciones como la Academia de Bellas Artes de San Carlos de México. La tardía aparición de esta corporación (fundada en 1781, sería inaugurada en 1785) impidió, sin embargo, la inmediata plasmación de la teoría en la práctica, de modo que las obras que testimonian la nueva corriente se escalonan entre las postrimerías del siglo XViii y las décadas iniciales del siglo XiX, hasta el comienzo de las guerras de la independencia21.
LA PROYECCIÓN ULTRAMARINA DE UN REINADO ILUSTRADO
La cultura de la Ilustración fue esencialmente una cultura de las élites de origen europeo, de las clases dominantes españolas o americanas. Una cultura que emanó de las autoridades reformistas, se difundió desde las instituciones oficiales de ense- ñanza superior, se acantonó en los selectos cenáculos de las sociedades económicas y patrióticas, se expresó a través de las más destacadas creaciones de la literatura y el arte y se desplegó en los brillantes escenarios imaginados por los poderosos en las cortes virreinales o en las restantes capitales administrativas o económicas del Nuevo Mundo.
Ahora bien, al igual que ocurriera en la metrópoli, las Luces no alcanzaron a todos en América. Por un lado, la cultura ilustrada fue una cultura progresista que hubo de enfrentarse a los partidarios de la tradición. Del mismo modo, fue una cul- tura minoritaria, que se difundió sobre todo entre los reducidos círculos de los inte- lectuales españoles y criollos. Por otra parte, fue una cultura elitista, diseñada para ponerse al servicio de las clases dominantes y de la que quedaban excluidas por de- finición las clases subalternas, que en la América española incluían además (salvo contadas excepciones) a todos los indígenas, mestizos y población afrodescendiente.
Lo más decisivo para el futuro fue que el proyecto propuesto por el absolutis- mo ilustrado acabó siendo insuficiente para algunos de los intelectuales americanos, que teorizaron una alternativa liberal que conducía a la independencia. De este modo, el reinado de Carlos III aparece como un periodo de raro equilibrio y, por tanto, de excepcional esplendor, que se manifiesta tanto en la racionalización administrativa como en la expansión territorial, tanto en el desarrollo económico como en el auge del pensamiento, la ciencia, la literatura, la arquitectura, el urbanismo, las artes plás- ticas y la creación musical. Un equilibrio inestable que habría de sucumbir a causa de su propio éxito, ya que las élites criollas habían alcanzado la madurez y la concien- cia suficientes como para reclamar para sí América, es decir su patria.
21. BROWN, Thomas A. La Academia de San Carlos de la Nueva España. La Academia de 1792 a 1810. México: Secretaría de Educación Pública, 1976.




























































































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