Page 138 - Carlos III. Proyección exterior y científica de un reinado ilustrado
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 18. ARCiNiEgAS, Germán.
La Ilustración en América. París: Stock, 1966; WHiTAKER, Arthur P. (editor). Latin America and the Enlightenment. Ithaca: Great Seal Books, 1961.
los frutos maduros de la siembra realizada durante los reinados anteriores, mientras, por otro, los medios oficiales tratan de amparar la difusión de las Luces como una contribución más al reformismo que había inspirado los cambios en la administración, en la defensa militar o en la vida económica. La Ilustración americana bebió en las mismas fuentes que la Ilustración española. Basta una somera visita a las bibliotecas de los principales ilustrados criollos para encontrar una selección de libros muy si- milar a la que podría hallarse en las bibliotecas de los ilustrados metropolitanos, in- cluyendo un cierto porcentaje de obras en francés y en inglés. Desde este punto de vista, las fuentes europeas fueron manejadas por los intelectuales americanos con la misma o incluso con mayor soltura que los metropolitanos, ya que si América opuso a las Luces el espesor de la distancia física (sobre todo en los centros situados en el interior del continente) y la sutilidad del tejido de su red cultural y educativa (con tramas demasiado ligeras), por el contrario pudo disfrutar de la práctica bien arrai- gada del tráfico de contrabando con los países europeos (potencias económicas y culturales, capaces de introducir tejidos baratos y lecturas prohibidas) y de una menor implantación inquisitorial.
El momento cenital de la Ilustración se inicia en América a partir de los años setenta. Es el momento de las grandes obras, de las grandes expediciones, de las grandes figuras, de la conciencia clara de la Ilustración, que se manifiesta en el des- pliegue de las instituciones características (como las Sociedades Económicas de Amigos del País), en la difícil reforma de los viejos centros de enseñanza, en la ebu- llición científica, en la proliferación de las expediciones hidrográficas o de historia natural, en la aparición de los más importantes escritos de economía política, en la implantación del neoclasicismo academicista, en la expansión de la creación literaria, en la difusión de las Luces como vehículo de un cambio profundo de la sociedad. Un progreso de la cultura ilustrada en la América española que no se comprende sin la intervención de las autoridades metropolitanas y virreinales, que tratan de promover la creación intelectual impulsando un proceso de institucionalización que sirve de marco a la actuación de los principales núcleos ilustrados en cada una de las regiones del continente. Como en la metrópoli, pero con distinto peso relativo, la difusión de las Luces se encomendó a las Academias, las Universidades, las Sociedades Econó- micas de Amigos del País y otras instituciones educativas y científicas, como los Colegios Carolinos, los Jardines Botánicos, los Observatorios Astronómicos o los Colegios de Cirugía18.
Uno de los capítulos más llamativos del patrocinio oficial de la cultura fue el de las llamadas expediciones científicas. Entre ellas, las más características del reina- do fueron las de carácter botánico. La primera fue la Real Expedición Botánica a los reinos de Perú y Chile (1777-1786), dirigida por Hipólito Ruiz y José Antonio Pavón, cuyos resultados se plasmarían en la publicación de una monumental Flora peruviana
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