Page 87 - Barbieri. Música, fuego y diamantes
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BARBIERI, «MÚSICO Y COPLERO»: REFLEXIONES SOBRE SU TEATRO MUSICAL
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Barbieri presenta también algunos tango-habaneras, vinculados siempre al mundo caribeño: el tanguillo «Un neguito y una nega», n. 4 del entremés Los dos ciegos (1855); el coro final de negros de El relámpago (1857), obra que tiene lugar en Cuba; y el tango n. 8 del negro Benjamín «Como tengo la cara negra» de la zarzuela–disparate Entre mi mujer y el negro (1859). Y encontramos también pasodobles, destacando entre todos ellos la «Marcha de la Manolería» [n. 2] de Pan y toros (1864).
Menor en número es la aparición de danzas europeas, como la mazurka –que en- contramos en el sainete de Barbieri y Chueca «¡Hoy sale, hoy...!» (1884)–; la polka, que sin embargo, está muy presente en fragmentos conectivos de la orquesta y algunos concertantes, destacando por su genialidad, la que interpreta el coro de locos de Jugar con fuego al final de la obra, «¡Oh, Marqués de Caravaca, suelta, suelta, daca, daca...!»; o el vals. Esta última danza es reconocible en fragmentos de Gloria y peluca, Jugar con fuego, Los diamantes de la corona 1854, Entre dos aguas (1856) –al inicio del acto III, en combinación de banda y orquesta–, Compromisos del no ver (1859) o El barberillo de Lavapiés.
El coro de las marineritas del inicio del acto III de Robinson (1870) «Ya estamos en tierra...», está escrito a ritmo de barcarola, con evidente relación con la barcarola de Marina (1855) y el posterior coro de los marineritos de La Gran Vía (1886).
«Marcha de la Manolería» de Pan y toros, con acuarelas de Daniel Perea, ca. 1890. BNE [cat.114].