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artistas del país con la tercera industria musical más potente del mundo pueden vivir de su obra.3
Al igual que empezamos ya hace unos cuantos años a notar los efectos de la «infoxicación» de conocimiento y contenidos en la era digital, la música, que fue prácticamente el primer sector cultural en abrazar la digitalización junto a la lite- ratura, también ha entrado en su propio proceso de «infoxicación» musical.
Y es que disponer de esa cantidad de música tan grande hace que sea muy difícil procesar y analizar tanto contenido y hacer una criba de lo que de verdad nos puede gustar o no, llegando incluso a provocar ansiedad, porque no nos da la vida para escuchar tanta música y mucho menos poder presumir de «estar a la última», pues es un hecho que hoy el último grito dura apenas 72 horas.
Valga este dato de noviembre de 2023 para ilustrar esta «infoxicación»: Spotify tiene 574 millones de usuarios y supera los 100 millones de canciones. Según un estudio de la consultora Luminate Data realizado en 2022, el 42 % de las canciones contenidas en todas las plataformas de streaming del mundo no habían recibido más de diez escuchas y el 24 %, ni una sola.4
Para ayudarnos a encontrar lo que nos gusta en- tre las ¡120 0000 canciones al día! que se suben a las plataformas de streaming, la IA nos ha «rega- lado» El Algoritmo: El Gran Prescriptor Supremo, que, junto con las recomendaciones de nuestros «amigos» digitales, nos empujan a escuchar unas canciones en detrimento de otras.
El algoritmo ha acabado de un plumazo con el poder y la influencia de los que antes moldea- ban los gustos de la gran mayoría, pues se los
3 https://viciousmagazine.com/news/solo-el-04-de- los-artistas-de-uk-viven-del-streaming/
4 https://www.eldiario.es/cultura/musica/millo- nes-canciones-nadie-escucha-ocupan-ano-espa- cio_1_10681415.html
suponía dotados de conocimiento y criterio en la materia, y decidían quién iba a formar parte de la memoria colectiva musical de un país, de todo el mundo o de toda una generación.
Y es que, hasta no hace tanto, una apabullante mayoría accedía a las novedades musicales a través de las radiofórmulas y los programas musicales especializados, la televisión (¿cuántas canciones se convirtieron en éxito gracias a un spot publicitario?) y la prensa musical, con sus revistas especializadas y sus revistas de fans.
Hablamos de medios con una alarmante de- cadencia de público, en especial de audiencia joven, que son los que dictan las modas.
Lo que no se vio venir es que, a pesar de vivir una época en que la producción de música es infi- nitamente mayor y más variada que nunca, los algoritmos están limitando los gustos musicales de las personas, contribuyendo a la homoge- neización de estilos y al declive de la diversidad musical.
El poder de los algoritmos y la uniformidad musical
Los algoritmos de recomendación son herra- mientas diseñadas para personalizar la experien- cia musical de cada usuario. Estos algoritmos, basados en aprendizaje automático y análisis
de datos, analizan patrones de escucha para predecir las preferencias musicales individuales. Aunque esta personalización inicialmente parece positiva, pues le da al usuario contenido cada vez más acorde con sus gustos, ha llevado a una uni- formidad sorprendente en los gustos musicales.
Los algoritmos tienden a recomendar música si- milar a la que ya ha sido escuchada, creando bur- bujas musicales donde la exploración de nuevos géneros o artistas se ve limitada solo a esa gran minoría de usuarios que llamaremos «activos» y que disfrutan buscando nuevos sonidos y artistas emergentes. Este tipo de usuario, minoritario,
EL IMPACTO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN EL CONSUMO DE MÚSICA... · MAURO CANUT
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