Page 106 - 100 años en femenino
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muy reducido. Se definían a sí mismas como un partido mar- xista-feminista y afirmaban que la mujer es un gran grupo, el más numeroso de todas las clases sociales, que ocupa un lugar determinado históricamente por la división sexual del trabajo en dos modos de producción: la reproducción de otros seres humanos y la realización de tareas domésticas –modo de producción doméstico–. Este gran grupo social se encuentra, en todos los sistemas sociales, oprimido por los hombres de todas las restantes clases sociales, relacio- nado con ellos en régimen de servidumbre y destinado a la reproducción y al mantenimiento de la fuerza de trabajo en la organización social del trabajo.
A partir de 1982 se produce en el seno del feminismo, con- cebido como movimiento organizado, una completa disper- sión de grupos y organizaciones. En 1987, en un catálogo realizado por el Instituto de la Mujer, se incluían seiscien- tas organizaciones, de las cuales sesenta se definían como feministas. La gran mayoría de ellas no poseían una estra- tegia ni proyecto determinado de carácter social o político y se definían por su carácter pluralista, en el que cabían todas las tendencias del feminismo: feminismo radical, feminis- mo de la diferencia o el feminismo vinculado al lesbianis- mo. La pregunta a la que es difícil responder hoy es el por qué del alto grado de disgregación e incluso de atomización del movimiento feminista durante estos años. La respuesta puede encontrarse tanto a nivel internacional como nacio- nal. En Europa y en Estados Unidos se estaba produciendo de forma paralela una disgregación del movimiento femi- nista y la voluntariedad expresa de autoexcluirse del ámbito de actuación de las instituciones. En España, el feminismo recibe y reproduce esta misma tendencia.
La batalla por la despenalización del aborto permitió, solo en contadas ocasiones, la coincidencia de estos grupos en movilizaciones que, unidas a la contestación popular y al apoyo de numerosos colectivos de profesionales sanitarios, permitieron en 1985 el reconocimiento de las mujeres a abortar siempre y cuando existieran los supuestos contem- plados por la ley. La batalla por la ampliación de la ley del aborto polarizó durante los años 1985 y 1986 las posiciones ideológicas y políticas más encontradas: sectores conser- vadores de la profesión médica y sectores confesionales se opusieron no solo a la aplicación de la ley del aborto, sino a la existencia de la propia ley.
107—Pilar Folguera Integrando el género en la agenda política. Feminismo, Transición y democracia