Mujeres detrás de la cámara mirando a mujeres situadas delante desde perspectivas y enfoques diferentes:
Isabel Muñoz, coherente con su personal universo creativo, indaga en las fascinantes formas del cuerpo femenino, en su gestualidad, en las sensuales texturas de la piel. Sus imágenes dejan patente su perfeccionismo, su sentido de las proporciones, su elegancia natural y su inagotable capacidad de seducción.
Con el cuerpo como fuente de creación, los autorretratos de Soledad Córdoba parecen brotar de las honduras del subconsciente, evocando una realidad premonitoria, casi mágica… Soledad construye escenificaciones que nos sitúan en un espacio incierto entre la realidad y la ficción. No menos irreal es el rostro escogido por Beatriz Moreno, andrógino, sin atisbo de sombras ni volúmenes, sin trazas de emotividad. Un rostro apático y desapasionado, tan oscuro e inquietante como la diosa griega que le presta su nombre, Hécate.
De “Agua”, de Gabriela Grech, se han seleccionado tres de los ocho autorretratos que componen la serie. Los dos ejes sobre los que pivota el discurso de carácter existencial de la autora son la mirada interior y el agua, como símbolo de aquello que no podemos dominar, de la angustia vital que nos acompaña desde que nacemos.
Y OukaLeele, a través de sus llamativos colores y de una innegable imaginería personal, nos transforma en receptores de mensajes psicológicos cargados de simbolismo. La artista no duda en disfrazarse de Dolorosa para recrear una ficción metafórica, al tiempo que nos hace cómplices de realidades cotidianas repletas de una fuerte carga iconográfica.
Según palabras de la comisaria:..”Estas cinco fotógrafas nos muestran cómo miran las mujeres a otras mujeres. Cada una mediante diferentes líneas de expresión, pero siempre bajo el común denominador de la exigencia formal, la experimentación y la osadía creativa”.