Pepe el Tira es un policía, una especie de blade runner del subsuelo, que investiga un asesinato, y a las pocas páginas (al poco rato, en el teatro) caemos en la cuenta de que quien nos habla es una rata, como el resto de los personajes. Acostumbrado a la violencia externa (los depredadores —gatos, comadrejas, serpientes y cocodrilos ciegos— que rondan las alcantarillas), Pepe descubre el mal que anida en su propia especie: un asesino serial, que mata por matar y no para alimentarse, y que disfruta sádicamente. A diferencia de sus funcionariales compañeros, Pepe se obstina en volver una y otra vez al lugar del crimen para intentar comprender. De modo tan oblicuo como sugestivo, El policía de las ratas habla también de arte, del arte como obsesión y diferencia.