En esta ocasión la obra elegida es "Fray Pedro de Machado" de Zurbarán (óleo sobre lienzo, 1630-1634), procedente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
El 29 de agosto de 1628, Zurbarán firma un contrato con los frailes de la Merced Calzada de Sevilla con el encargo de realizar veintidós pinturas sobre la vida de San Pedro Nolasco, fundador de la orden. El conjunto está hoy disperso entre la Catedral de Sevilla, el Museo del Prado y colecciones extranjeras. Al prolongarse la ejecución de estas obras, y quizás para compensar el retraso, Zurbarán llevó a cabo en los mismos años otra serie de lienzos, también con intervención de ayudantes, con destino a la biblioteca del mismo convento. Se trataba de doce retratos de teólogos y eruditos de la orden, algunos ya fallecidos, cuya intención era perpetuar su memoria. Cinco cuadros de esta serie fueron confiscados por Godoy en 1802, pasando a formar parte de la colección de la Academia en 1816.
Los cuatro frailes conservados en la Real Academia de Bellas Artes de san Fernando tienen una composición similar. La aparente uniformidad está matizada por la distinta orientación de las figuras, por la variedad en la disposición de las manos y por la gama de tonalidades que hacen de estas pinturas una autentica sinfonía de blancos.
Fray Pedro Machado lleva, como los demás mercedarios, el escudo de la orden con los emblemas otorgados en 1218 al fundador San Pedro Nolasco: las barras de Aragón, que le concedió Jaime I, y la cruz blanca de la catedral de Barcelona.
Lo esencial era la figura y nombre de todos ellos como ejemplo a seguir en la comunidad conventual, y el parecido físico en estos casos era cuestión secundaria.