OAT 2019 es una trienal de arquitectura que, bajo el lema de "The Architecture of Degrowth", reúne a arquitectos, artistas y agentes culturales con propuestas sobre este tema. Para la quinta edición de la Trienal de Arquitectura de Oslo, AC/E apoya la participación de los artistas españoles Pep Avilés y Laia Celma Adrover que presentan el proyecto "Tierra quemada: ritos ecológicos y la arquitectura del abandono".
El proyecto se basa en Centralia, un pueblo minero fundado en 1842 en Pensilvania. Durante las décadas posteriores, Centralia se convirtió en una comunidad floreciente y próspera gracias a la riqueza de las minas de carbón de antracita que operan en la región. La ciudad continuó aumentando su población provocada por la construcción del ferrocarril y dio la bienvenida a los migrantes que contribuyeron a la economía de la extracción de carbón hasta bien entrado el siglo XX. En los años de la posguerra, su población alcanzó un pico de 2.000 habitantes. En 2018, solo quedan siete de ellos.
Dadas las condiciones ambientales en las que tuvo lugar el decrecimiento de Centralia, el proyecto propone un ritual energético que actúa como un remedio conmemorativo y como un recurso para generar nuevas formas de organización social y arquitectónica en los pueblos mineros abandonados. El sistema reclamará la energía de combustión para la reconsideración de los asentamientos postindustriales políticos y ambientales. Esta tecnología ya es factible y está lista para su uso.
El proyecto se basa en Centralia, un pueblo minero fundado en 1842 en Pensilvania. Durante las décadas posteriores, Centralia se convirtió en una comunidad floreciente y próspera gracias a la riqueza de las minas de carbón de antracita que operan en la región. La ciudad continuó aumentando su población provocada por la construcción del ferrocarril y dio la bienvenida a los migrantes que contribuyeron a la economía de la extracción de carbón hasta bien entrado el siglo XX. En los años de la posguerra, su población alcanzó un pico de 2.000 habitantes. En 2018, solo quedan siete de ellos.
Dadas las condiciones ambientales en las que tuvo lugar el decrecimiento de Centralia, el proyecto propone un ritual energético que actúa como un remedio conmemorativo y como un recurso para generar nuevas formas de organización social y arquitectónica en los pueblos mineros abandonados. El sistema reclamará la energía de combustión para la reconsideración de los asentamientos postindustriales políticos y ambientales. Esta tecnología ya es factible y está lista para su uso.