Con técnicas que le ofrecen la posibilidad de traducir los sonidos, obteniendo una representación visual de los mismos, y que le permiten captar e identificar sus variaciones y diversidad, el artista convierte estos fenómenos en el propósito de su obra. Para la exposición “Fukushima, Flores de Invierno”, Sicilia usó el registro sonoro del tsunami obtenido por la Universidad Politécnica de Barcelona. El sonido humano de aquella tragedia proviene de las voces de los supervivientes que subieron los vídeos que tomaron a Youtube y que fueron grabados en 19 localidades diferentes de Tohoku.
Sicilia escuchó además testimonios de residentes que le explicaron, por ejemplo, cómo los cuervos empezaron a graznar día y noche un mes antes del tsunami, en una premonición que solo comprendieron cuando el mar remitió. “Mi trabajo es querer entender. No pretendo hacer una obra de compasión” dice el artista para explicar que su exploración no quiere ser sentimental o condescendiente.
En su recorrido por la región de Tohoku, Sicilia realizó además un total de diez talleres en las ciudades de Fukushima, Minamisoma y Ofunato en los que, acompañado de psicoterapeutas y profesores, guiaba a grupos de niños para que expresaran artísticamente sus experiencias o recuerdos ligados a ese día.
El título de la exposición se inspira en la obra literaria de Tamiki Hara “Natsu no Hana (Flores de verano)”. Hara fue un superviviente de la bomba atómica de Hiroshima. La muerte de su mujer Sadae Hara y la bomba de Hiroshima fueron el eje fundamental de su obra.
La exposición es una exploración por el sonido, por el dolor, por el alumbramiento, por todo aquello que ofrece lo imprevisto, el accidente. En palabras del propio artista:
“El accidente es lo que sucede, lo que sobreviene imprevistamente, en el sistema en nuestras vidas, lo inesperado, la sorpresa … Sin embargo todo estaba ya ahí. El accidente nos es revelado cada día, oculto hasta que sale a la luz. El accidente está íntimamente unido con el tiempo, con el instante, con la vida. Toda sustancia es materia para el accidente. El tiempo todo lo devora. Somos la imagen de una imagen, un eco. Un instante es el canto de un pájaro. El azar se nos parece cada vez más y el miedo empieza a ser la pasión de la vida”.