América del Sur fue uno de los principales destinos de la corriente de exiliados españoles que abandonaron el país a causa de la Guerra Civil. Pese a su dimensión, Puerto Rico, y su capital, San Juan, fueron el destino de un grupo de muy destacadas figuras, y su presencia en la isla tuvo un intenso impacto en la vida cultural e intelectual.
La muestra reconstruye el amplio contexto del exilio intelectual español en Puerto Rico, atendiendo a la vida cultural diaria de estos exiliados (sus proyectos, sus publicaciones, sus colaboraciones y amistades). Entre los intelectuales y artistas españoles que hicieron de Puerto Rico su hogar y que participaron intensamente en la vida sociocultural de la isla están: Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí, Pau Casals, Pedro Salinas, María Zambrano, Jorge Guillén, Francisco Ayala, Federico de Onís o Aurora de Albornoz.
La exposición toma como hilo conductor la historia de amor y de trabajo intelectual de Juan Ramón y Zenobia, desde el inicio de su noviazgo, en la España previa a la Guerra Civil, hasta la concesión del Nobel a Juan Ramón y la muerte de ambos en San Juan de Puerto Rico. Se incorporan, también, materiales audiovisuales de la época, que completan la inmersión en este fragmento de historia compartida, junto a testimonios de intelectuales y artistas españoles y puertorriqueños de hoy, que trazan, desde nuestro siglo XXI, el sólido vínculo entre ambos espacios culturales.
La llegada a Puerto Rico se extiende a lo largo de varias décadas, entre 1930 y 1950, dando lugar a una red de confluencias impensables en la España previa a la Guerra Civil. Juan Ramón y Zenobia hacen de la isla su primer destino en 1936 y a ella volverán en 1951. Ya en los años 40, la llegada de la filósofa María Zambrano marca un punto álgido en este nuevo San Juan, que pronto recibirá a Pedro Salinas, quien escribe algunas de sus obras más importantes –como El Contemplado– inspirado por Puerto Rico, donde pedirá ser enterrado. El gran músico y compositor Pau Casals es, por otro lado, el responsable de la fundación de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico y de su Conservatorio, muestra de cómo la huella de estos exiliados se siente todavía a día de hoy. Entre la generación más joven, cabe destacar la labor importante de Aurora de Albornoz en la difusión y enseñanza de la poesía y literatura de antes y después de la Guerra. Y, por supuesto, hay que recordar a Franscisco Ayala, quien fundaría a inicios de los 50, junto con Jaime Benítez, la influyente revista ‘La Torre’.