Por su relevancia como miembro del grupo surrealista y por su enorme influencia en el desarrollo del expresionismo abstracto americano, Matta (Santiago de Chile, 1911–Tarquinia, Italia, 2002) es una de las figuras más significativas del arte del siglo XX. Fue un artista visionario y controvertido, precursor de las relaciones entre el arte y la ciencia y la naturaleza, y defendió el papel primordial del arte en el desarrollo del ser humano.
Esta exposición conmemora el centenario del nacimiento de Matta y pretende dar una visión completa de su obra a través de un recorrido por los momentos más significativos de su trayectoria. Reúne para ello 32 pinturas de gran formato –algunas miden más de diez metros–, fechadas entre 1939 y 1999, y seleccionadas por la historiadora Marga Paz. Constituye la más importante retrospectiva de Matta en nuestro país desde hace más de una década.
La pintura de Matta mantuvo referentes figurativos a lo largo de toda su carrera. A mediados de los años treinta inicia un camino hacia la abstracción, situando formas biomórficas en una suerte de paisajes interiores. En la década de los cuarenta, su lenguaje se hace más abstracto al tomar elementos de la naturaleza, la ciencia, las matemáticas y la geometría. A partir de 1944 los acontecimientos dramáticos de la Segunda Guerra Mundial despiertan su conciencia, rompe con la abstracción y pinta humanoides en escenarios de pesadilla.
Esta doble tensión entre figuración y abstracción y entre el reflejo de estados interiores y el mundo exterior caracteriza toda la trayectoria de Matta, pero a mediados del pasado siglo sus preocupaciones se dirigen hacia el comportamiento humano y su violencia, en contraste con la abstracción y el informalismo por entonces dominantes. En las obras de este periodo, cargadas de angustia, violencia y sexualidad, recoge, además, la influencia del arte primitivo y de las civilizaciones de la Antigüedad, la antropología y la mitología, en una amplia iconografía que va desde Nueva Guinea hasta la América pre-colombina. Esta fascinación por el arte primitivo se materializó también en una extraordinaria colección que Matta reunió a lo largo de los años.
Junto a ello, el aliento poético de las composiciones, el dominio obsesivo del espacio pictórico y el uso expansivo y dinámico del color conforman la personal, y poco convencional, concepción de la pintura de Matta. Figuras extrañas, humanoides o autómatas, animan un espacio complejo, surreal o imaginario, y componen un enigma que parece apelar a nuestro inconsciente y, al mismo tiempo, revelar las tensiones del hombre contemporáneo.