Page 312 - El rostro de las letras

LA MÁSCARA DE LAS LETRAS
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Aunque había nacido en Alicante y se había fogueado en la prensa de Barcelona, Carlos Arniches fue el más alto representante del costum- brismo madrileño en el tránsito entre el siglo XIX y XX. En sus retratos lo encontramos, tal como él mismo se describió a los tres años de acabada la Guerra Civil, menguado de cuerpo, ni guapo ni feo, los ojos pequeños,
la nariz grande y de mala calidad, el gesto adusto, de hombre serio y de voluntad firme: “Soy un trabajador infatigable. Así he podido sobrelle- var cincuenta y cuatro años de profesión y hacer trescientas comedias”. Carmen de Burgos “Colombine” fue mujer de una pieza, feminista avant la lettre, alta y corpulenta, tal como se observa en las fotografías que han quedado de ella, que no son pocas. En los años en que perdió
el lastre de su pasado de maestra provinciana, devota y monárquica, y consiguió imponer sus talentos en la Corte, creó una tertulia literaria
en su casa de la calle Eguilaz, a la que acudían cada miércoles algunos de los artistas, fotógrafos y escritores más célebres del día, mayormente republicanos y masones, desde su cercano Gómez de la Serna, hasta Cansinos Assens, Villaespesa y Blasco Ibáñez, que venía a tomar Madrid como una ciudadela fácil, de arroz con leche. En los primeros años del siglo xx era aún una mujer que conservaba intacta su rebeldía, una especie de George Sand madrileña, que era reconocida como periodis-
De izquierda a derecha, Enrique García Álva- rez, Carlos Arniches, Quinito Valverde, Enrique Chicote y Loreto Prado en los camerinos del Teatro Cómico, el día del estreno de Alma de Dios, escrita por Arniches y García Álvarez. Autor desconocido. Madrid, 1907 (Museo Nacional del Teatro. Almagro)
Teósofo y ateneísta, como le gustaba definir- se, Roso de Luna (1872-1931) era hombre de turbulenta personalidad, que publicaba libros que nadie leía, excepto Emilio Carrere. Fotografía de DÍAZ CASARIEGO. Hacia 1920 (MECD, AGA, Fondo MCSE)
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