Page 250 - El rostro de las letras
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CAPÍTULO 10 La máscara de las letras
C uando se iniciaba el siglo XX compartían similar estatus los escritores, fotógrafos, escultores y pintores, que se amigaban en los veladores de los cafés, en las tertulias
peripatéticas, en las redacciones, ateneos y tabernas. No era extraño encontrarse a Adolf Mas, Esplugas, Audouard y Merletti departien- do animadamente con Pompeu Gener, Narcís Oller, Adriá Gual, Guimerá, Rusiñol y Ramón Casas, en los salones del café Colón, el Suizo o Els Quatre Gats; lo mismo que a Franzen, Compañy, Biedma, Alfonso, Campúa y Káulak se les veía a menudo en los concilios del café Levante, Fornos y Pombo, junto a Emilio Carrere, Felipe Trigo, Gómez de la Serna, Valle-Inclán, Ricardo Baroja, Zuloaga, Juan Echevarría, los hermanos Zubiaurre y los segundones de aquella escudería del arte, trapisondistas, bohemios, músicos, horteras de
la cuerda de Joaquín Belda y Ricardo León, y alguna desorientada estrella de la sicalipsis.
La iconografía de nuestros hombres de letras no estaría completa
sin el testimonio de los pintores y escultores. Por muchas razones, el caso de Valle-Inclán (Villanueva de Arosa, 1866-Santiago de Com- postela, 1936) es excepcional. Él mismo se encargó de ir puliendo
su propia imagen, la exterior y la interior, pintoresca y sublime, de escritor único, que luego acabarían certificando pintores y fotógrafos, aunque parece evidente que apreció bastante más a los primeros. En marzo de 1915, el Caballero Audaz le encontró en su casa de Santa Engracia, en la compañía de su amigo Anselmo Miguel Nieto, que le retrató en 1907 para la cubierta de Las mieles del rosal. Cinco años más tarde confesaba Valle a Francisco Madrid su sincero y profundo interés por la pintura. “Es lo único que me interesa. La música no la siento”. A la vuelta de su viaje por Francia, en los días de la primera
“Llevo sobre mi rostro mil máscaras de ficción”
RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN
“El patriarca de las Letras D. Benito Pérez Galdós, autor de «Marianela» y los herma- nos Álvarez Quintero, que han arreglado a la escena la maravillosa novela, constituyendo su estreno en el Teatro de la Princesa, el acon- tecimiento literario del día” (Mundo Gráfico, 18 de octubre de 1916). Fotografía de CORTÉS. (MECD, AGA, Fondo MCSE)
 
























































































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