Page 148 - El rostro de las letras
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CAPÍTULO 6 En la frontera de los siglos
L a gran demanda de retratos permitió una larga y próspera vida a los estudios, propiciada por el apreciable aumen- to de la población urbana y por el acceso a los bienes de
consumo de las emergentes clases medias y burguesas. Aunque la población española había pasado de 11.962.767 habitantes en las vísperas fotográficas, hasta 16.522.000 en 1877, España continuaba siendo un país agrario, irredento e ignorante, en el que aún trabaja- ban casi dos millones de sirvientes y nada menos que tres millones de campesinos, la mayoría sin tierra. No obstante, poco tenía que ver la España del fin de siglo, con el país menesteroso y convulso que se había echado al monte durante las primeras escaramuzas carlistas, en los días inaugurales del daguerrotipo. Tras el tímido desarrollo industrial operado en Asturias, País Vasco y Cataluña, las capitales de provincia apenas albergaban un catorce por ciento de la pobla- ción total. Menos de veinte años antes, en 1860, sólo cuatro de estas ciudades –Madrid, Barcelona, Sevilla y Valencia– superaban la cifra de cien mil habitantes, mientras que la humilde labor de las uni- versidades, librerías, tertulias y ateneos comenzaban tímidamente
a quebrar los atavismos culturales de la nación. Entre 1850 y 1880 cerca de diecisiete capitales duplicaron su población, aunque sólo Barcelona y Madrid experimentaron un crecimiento considerable
a partir de 1840. Durante muchos años, ambas ciudades encabeza- ron la actividad fotográfica del país, aunque fue Madrid la capital indiscutible de la literatura española, el kilómetro cero de la patria, el punto de encuentro de todos los que querían ser algo en el mundo de la política, el arte y la literatura. “Es preciso vivir en este Madrid te- rrible –escribió Valle-Inclán–; en provincias no se puede conquistar la fama. Y yo puedo asegurar que el fajo de cuartillas que emborrono todos los días, lo emborrono para conquistar la fama”.
Página anterior: Joaquín SOROLLA. Retrato del fotógrafo Christian Franzen (fragmento). Óleo sobre lienzo, 100x66 cms. 1903 (Colección Lorenzana)
 Christian Franzen Las señoras se retratan en la Fotografía de Franzen. La cola, sabiamente dis- puesta, prolonga indefinidamente la figura femenina, confiriendo empaque, importancia y majes- tad. Así comenzó un periodo que, en los anales de la fotografía es- pañola, pudiera llamarse del si- llón de Franzen.
AGUSTÍN DE FIGUEROA



























































































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