Page 73 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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Estaban también las dudas de Manuel Azaña; tal y como dejará traslucir en sus notas, no quería repetir lo ocurrido en 1913, cuando tuvo que cargar con una pesada rémora, no solo económica, sino con compañeros de junta con nula sintonía y poca aportación a las tareas de gobierno interno. De otra parte, aunque entre los que renunciaban a continuar había personas muy comprometidas en la lucha contra la monarquía, también entendían que eran más útiles en su actividad habitual, como era el caso de Luis de Tapia, a través de sus “Coplas del día” en el diario La Libertad, o el de Luis Jiménez de Asúa, que se reintegró a su cátedra y pasó a ser el abogado de- fensor de miembros del Comité Revolucionario. En el citado documento, muy respetuoso con otras opiniones, se intenta aclarar esta decisión, que llevó aparejada el aplazamiento de los comicios:
No se trata de discrepancias esenciales, que por susceptible que sea el li- beralismo de cualquiera de nuestros consocios, la susceptibilidad del nues- tro tiene la sanción de haber sido probada a todo riesgo en momentos de mayor responsabilidad que los actuales. Se trata solo de matices en la forma de actuar; pero matices que en estos instantes adquieren categoría de primera importancia. Creemos nosotros, como se expuso ya en el dis- curso presidencial de la primera junta extraordinaria del 28 de marzo, que el Ateneo debe, por encima de todo, seguir siendo el baluarte del pensa- miento libre y de la orientación más avanzada de la intelectualidad espa- ñola. Pero entendemos a la vez que la eficacia de esta actitud se redoblaría manteniendo el sentido tolerante y amplio en que se movieron nuestras actividades culturales en los tiempos de mayor prestigio ateneísta; por lo menos mientras la suspicacia todavía alerta de los poderes públicos frente a nosotros no se convierta en agresiones declaradas a nuestra libertad9.
Celebradas por fin las elecciones el día 18 de junio de 1930 con el tradicio- nal sistema de listas abiertas, ganó la candidatura encabezada por Manuel Azaña, que competía por todos los cargos, menos el de secretario segundo, que ocupaba el “no dimitido” José Antonio Balbontín. La candidatura, fruto de los equilibrios internos, tuvo pronto una baja, la del catedrático Antonio Royo Villanova, que dimitiría en noviembre del mismo año y fue sustituido por Francisco Barnés.
La nueva Junta de Gobierno quedó como sigue:
Presidente: Manuel Azaña Díaz
Vicepresidente primero: Antonio Royo Villanova Vicepresidente segundo: Amós Salvador Carreras Vocal primero: Ángel Galarza Gago
Vocal segundo: Julio Álvarez del Vayo
Contador: Isidoro Vergara Castrillón Depositario: Manuel Martínez Risco Bibliotecario: Agustín Millares Carlo
9 Ruiz Salvador, Antonio, op. cit.
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isabelo herreros