Page 342 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook

Walter
Azaña con Negrín llegando
al Ayuntamiento de Barcelona Fotografía, Barcelona, 18 de julio de 1938
Biblioteca Nacional de España. GC-CARP/291/2/5/1
EN LOS MOMENTOS FINALES DE SU VIDA, AZAÑA PRESENCIÓ
el enfrentamiento más cruel entre españoles que haya habido, sintiéndolo como un estrepitoso fracaso político. Toda su actuación política durante la Guerra Civil se basó en su certeza, expresada tempranamente, de que era imposible ganarla militarmente y de que solo el plano internacional podía ofrecer alguna posibilidad de detener aquella matanza inútil. Por eso, para él, la resistencia encarnizada tuvo unos límites claros: “Mientras haya esperanza razonable de contener [la invasión] el deber subsiste. Pero no más allá”, dejaría escrito1.
Desde muy pronto intentó involucrar a las potencias democráticas en una mediación –a base de una retirada de voluntarios, simultánea a una suspen- sión de hostilidades–, pero chocó con la realidad constitucional de que el poder ejecutivo estaba en manos del Gobierno de Juan Negrín, poco o nada dispuesto a salidas mediadoras consideradas todavía prematuras, y con la realidad incontrovertible de que en el bando franquista solo se admitía la rendición incondicional.
1937: el año de la colaboración entre Azaña y Negrín
A lo largo del primer año de existencia del Gobierno de Juan Negrín –formado el 17 de mayo de 1937–, las relaciones de este con el presidente de la República fueron buenas, como lo prueba que Negrín llevara al mi- nisterio de Estado a José Giral, colaborador de Azaña, y que mantuviera a este constantemente informado de la marcha de los asuntos exteriores.
En la primera entrevista sobre política internacional que mantuvo Azaña con el nuevo jefe del Gobierno, el 14 de junio, el presidente pudo exponerle
1 Azaña, Manuel, Obras completas, Madrid, Ediciones Giner, 1990, vol. IV, p. 758.
AZAÑA Y NEGRÍN AL FRENTE DE LA REPÚBLICA EN GUERRA Y DE SU DIPLOMACIA
Ricardo Miralles Universidad del País Vasco
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