Page 190 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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Manuel Azaña
La responsabilidad de las multitudes. Discurso leído [...] en la Universidad Central
Madrid, Imprenta de los hijos
de M. G. Hernández, 1900 Colección particular
Azaña propugna, pues, una renovación social organizada por el Estado por mediación del derecho. En esto coincide con los regeneracionistas, y en particular con Costa, gran pensador del derecho también, notario y aboga- do del Estado. Pero, para los regeneracionistas, el derecho se fundamenta en unas ideas abstractas que el cirujano de hierro interpreta y aplica. Para Azaña, el derecho necesita la legitimación de la sociedad. Es necesario, como dirá en La velada en Benicarló, el asentimiento social. No es indispen- sable que ese asentimiento sea unánime, basta con que sea amplio y fuerte.
Otra de las más firmes ideas jurídicas de Azaña es la de que el derecho debe estar asentado en la justicia. Hay unas frases en La velada que coinciden literalmente con un diálogo que Azaña sostuvo con Sánchez Román y que aparece reflejado en el diario: “¿Qué hay entonces detrás del legalismo? ¿Nada? ¿No está hecho para defender un profundo sentimiento humano?”. Toda La velada es una exaltación de la justicia.
En una intervención en el Congreso el 3 de abril de 1936, Azaña, conscien- te del enfrentamiento creciente entre los españoles, advierte que se estaba incurriendo en una aberración del espíritu español, que consistía en un eclip- se total del sentimiento de justicia.
En el pensamiento de Azaña, el Estado, el derecho y la justicia están firme- mente enlazados. Y una de las características de su pensamiento es que mantiene una firme coherencia y una invariable continuidad a lo largo de los años, sin contradicción alguna. A los treinta años, cuando pronunció en su ciudad natal la conferencia que tituló El problema español, dijo: “El Estado, con todos sus defectos de organización, con su ceguedad y su par- simonia, es el único Dios de quien podemos esperar el milagro de que la justicia se verifique. ¿De quién, si no, vamos a recibir la justicia?”. Muchos años más tarde, en el Discurso a los jóvenes republicanos, de 1934, dirá que el sentimiento de justicia está por encima de los partidos, de los programas y de la política. Y ante los bilbaínos de El Sitio afirmará que el sentimiento de justicia es “el motor de todas las innovaciones de las sociedades humanas”.
En definitiva: Azaña tuvo una seria formación jurídica, no tanto por los estudios de la carrera –“íbamos de los recovecos legistas a las abstracciones intencionadas; estudiar Derecho era manejar a lo loco fórmulas hueras”, así resumió años más tarde sus años de El Escorial– como por los conocimien- tos adquiridos al preparar uno de los programas más extensos –si no el que más– de todas las oposiciones del Estado. El derecho estuvo en el trasfondo de todas sus ideas y sus proyectos políticos. Azaña se definirá a sí mismo, más de una vez, como hombre de Derecho y de ley.
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