Page 178 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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Juegos Olímpicos del Berlín de Hitler. Un hombre, con un mensaje urgen- te, irrumpe en la sala cuando Casals está a punto de subir al escenario. El violonchelista lee en voz alta: “los sublevados están a punto de entrar en Barcelona. Nada es ya como era hace apenas unas horas”. Promete, en un acto de poética resistencia emocionante, que el futuro volverá a unirlos y que él dirigirá la Novena en Barcelona, como en 1931 cuando se proclamó la Segunda República. Y entonces Pau Casals pregunta a los músicos: “¿Podemos tocar el final?”.
Como una despedida de cada uno a los demás, tocan.
“Abrazaos, millones de hermanos... Que este beso envuelva al mundo en-
tero”. Versos de Schiller, Oda a la alegría. Tempo rubato. Tiempo robado...
“Da capo”
“En paz sea dicho”, como escribe en su Cuaderno de La Pobleta, que quiso dirigirse a España con razones y votos y se le opusieron insultos y fusiles...
Una mujer sonríe entre una multitud de hombres, se ha estrenado el que quiere ser himno de la nueva República española; la responsabilidad de cantarlo por vez primera en público la ha tenido la soprano Laura Nieto. Enriqueta Serrano, actriz con contrato de la Paramount, tiple de zarzuela, vedete, estupenda bailarina, amiga de Constancia de la Mora, posa vestida de amazona cantándole a la “República regeneradora”. Alrededor de un gramófono de los 66 repartidos, vemos a niños y adultos escuchando uno de los 2.155 discos seleccionados por Eduardo Martínez Torner, también creador y director del coro de las Misiones Pedagógicas, sabiendo que, antes, habrían leído la ficha pedagógicamente preparada con toda profesio- nalidad y amor al saber por Pablo de Andrés Cobos. Agapito Marazuela los ha podido acompañar justo en esa sesión donde “... viejecillos hubo a los que no se oyó cantar nunca y cantaron estas noches”. Alguien sube a la escena de la vida mostrándose en la otra escena donde la música, la palabra y el gesto propiciarán una catarsis personal y social capaz de, ahora sí, transformar el mundo “porque trascienda desde luego su intuición al cul- tivo del espíritu, de que es expresión inefable la música [...] el teatro no es el simple escenario de un bululú monologuista. El arte escénico es eminen- temente social. No es concebible, sino en compañía. El actor ha de ir a la profesión de tal con la vocación religiosa pertinente a toda obra hecha en comunidad”. Lo escribe Rivas Cherif, y en sus palabras hay una prolonga- ción de las de Manuel Azaña.
“... y se sintió segura de que entre Filosofía y Música no hay diferencia, que las dos hacen algo análogo con el tiempo, recogerlo quizá, ese tiempo de
manuel azaña, o la música contra insultos y fusiles 177


























































































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