Page 147 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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En otras circunstancias, La Corona hubiera pasado poco menos que inadvertida. No decimos que carezca de mérito literario, pero sí afirma- mos resueltamente que tiene escaso valor y nula consistencia dramática. No creemos que, pasado el momento político provocado por la presen- cia del autor en Barcelona, se mantenga mucho tiempo en el cartel.
En efecto, Azaña regresaba a Madrid tras haber obtenido una cálida acogi- da política por parte de la Generalitat y del pueblo catalán. Su viaje a Ca- taluña había sido un éxito político, pero el corazón del dramaturgo regre- saba dolido por la convicción de que el estreno de La Corona en Barcelona había constituido un amargo fracaso.
III
El estreno del “Entremés del sereno” en el Théâtre de l’Oeuvre de París
El periódico republicano madrileño Luz, cuyo crítico teatral era Juan Cha- bás, sin duda uno de los mejores junto a Enrique Díez-Canedo, publicó en la página 7 del número correspondiente al 30 de marzo de 1933, con el título de “El sereno, de D. Manuel Azaña, en el Teatro de l’Oeuvre, de París”, la siguiente información anónima:
La personalidad literaria del presidente del Consejo de ministros de España, D. Manuel Azaña, se afirma entre la intelectualidad parisiense. Recientemente, y con motivo de los sábados internacionales que la Di- rección del Teatro de l’Oeuvre ha organizado para dar a conocer las obras más meritorias de los autores de distintos países, orientados por caminos de innovación y modernidad, se dieron a conocer en aquel escenario dos escenas de la farsa titulada El sereno, original del Sr. Azaña. El éxito definitivo que alcanzó la breve muestra del humorismo, la sol- tura y el ingenio de que el autor hacía gala en el diálogo que saboreó el público, hicieron pensar a la directora de aquella escena, madame Pau- letre Pax, en la necesidad de incorporar al repertorio de su teatro la obra íntegra, y esto es lo que se verificó anoche con el estreno de Le passeur de nuits blanches, título francés de El sereno.
La sala, que estaba repleta de un público inteligente, compuesto en pri- mer término por el estado mayor de la crítica parisiense y después por esa selección que allí asiste a todos los estrenos y que está compuesta por bellas damas, conocidas y celebradas actrices, escritores, personalidades políticas, etc., al terminarse la representación de la obra prorrumpió en nutridos y cálidos aplausos, que se redoblaron al comunicar Jacques Fé- rreol –uno de los intérpretes– desde el escenario: “La farsa que acabamos de representar es original de Manuel Azaña y ha sido traducida por Ma- thilde Pomès. La dirección escénica ha corrido a cargo de Paulette Pax”.
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manuel aznar soler


























































































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