Page 108 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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 El Liberal
«Melquíades Álvarez en Alcalá» Madrid, 22 de diciembre de 1913 Biblioteca Nacional de España. HNC/1289
1 Azaña, Manuel, “Discurso en el de- bate de la Memoria ‘Educación y matrimonio de los reyes’, presentada por Eudoxio Sosa Gallego”, 23 de abril de 1902, en Obras completas, Madrid, Ministerio de la Presidencia, Secretaría General Técnica, Centro de Estudios Políticos y Constituciona- les, 2007, t. 1 (1897-1920), p. 136 (a partir de aquí OC ).
2 Véanse en este sentido los análisis de Ferrer Sola, Jesús, Manuel Azaña. Una pasión intelectual, Barcelona, Anthropos, 1991, y “Manuel Azaña y el krausismo español”, en Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, núm. 10 (diciembre de 1990), pp. 79-92.
En la práctica de la política, como en la vida en general, las circunstan- cias históricas y las necesidades actuales tienen un valor tal y una fuerza tan grande que a sus exigencias hay que subordinarlo todo; ellas son en definitiva las que mandan e imperan, las que hacen posible la aplicación de las doctrinas concebidas de antemano y en la mayoría de los casos, las que dan origen a esas mismas doctrinas. La evolución, la transfor- mación continua y lenta, la reforma suave pero sostenida, son las únicas que alcanzaron a modificar, y a modificar de una manera permanente y eficaz la organización de un pueblo1.
CUANDO EN ABRIL DE 1902 MANUEL AZAÑA INTERVINO EN
la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, en el marco del debate sobre una Memoria presentada por Eudoxio Sosa Gallego, al defender una posición decididamente evolucionista frente a la revolución, dio fundamen- to y forma a un pensamiento que, con ocasionales tentaciones jacobinas, habría de mantener a lo largo de toda su vida: el reformismo.
Intelectual, demócrata, liberal, ajustado a las exigencias de cada momento histórico, el suyo fue un reformismo de doble naturaleza. En un sentido profundo lo fue en tanto que defensor de los postulados de un evolucionis- mo que se sustentaba sobre principios filosóficos y sociales que quedaron bien expresados en sus ensayos de juventud, en los que dialogaba y se deja- ba guiar por los presupuestos del positivismo bajo influjo no menor de fi- guras como Giner de los Ríos y Gumersindo de Azcárate. No fue en ningún caso Azaña un krausista, pero el ambiente científico, intelectual y moral de los institucionistas impregnó los textos académicos de su juventud2 y habría
AZAÑA Y EL REFORMISMO
Manuel Suárez Cortina Universidad de Cantabria
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