Page 257 - Glosario imposible
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Como parte de Agustín Parejo School, que desarrolló su actividad entre 1982 y 1994, realizabas una obra de forma colectiva. ¿Qué
te lleva tras la disolución de APS a no continuar esta línea de trabajo en colaboración?
La experiencia de APS fue muy vital, muy orgánica. El grupo nunca se constituyó ni se llegó a disolver; no era sino un puñado de gente que convivió durante un tiempo e hizo determinadas cosas. Del mismo modo que las circunstancias y el deseo hicieron nacer al grupo, cuando aquellas desaparecieron y este se gastó, la actividad se fue poco a poco ralentizando hasta desaparecer. APS es el nombre que un grupo de gente le dio a las cosas que hacía, es el nombre que le pusimos a nuestra vida en común en ese momento. Parafraseando a Guy Debord, APS fue una gente que durante un cierto lapso de tiempo “pasaba por allí”. Habíamos empezado a hacer cosas siendo estudiantes. Poco a poco la gente fue entrando a trabajar en una cosa u otra y, finalmente, solo yo he terminado dedicándome al arte profesionalmente. El caso es que no me encontré con oportunidades o
con gente movida por un espíritu de colaboración hasta principios del año 2000, cuando a partir de la celebración de talleres sobre arte público e intervenciones urbanas se comenzaron a armar, temporalmente, algunos grupos, dando de nuevo inicio a unos modos de trabajar colectivamente que se han ido haciendo más habituales hasta hoy.
Has realizado proyectos con otros creadores, como El arte de la seducción, junto a Daniel García Andújar, donde reunisteis vuestros archivos para ponerlos en común.
También con Antoni Muntadas o con Eric Baudelaire, habiendo resultado siempre muy buenas experiencias, por más que haya acabado derivando el trabajo en una dirección u otra. Eso depende de las circunstancias.
De cualquier modo, incluso el trabajo que normalmente se ve como
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Autonomía


























































































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