Page 16 - Eduardo Mendoza y la ciudad de los prodigios
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El jurado ha visto en la obra de Eduardo Mendoza una «lengua literaria llena de sutilezas e ironía», algo que lo acerca aún más al particular esplendor de Cer- vantes, y que constituye también la marca inconfundible de su estilo. Lo saben bien sus lectores de todo el mundo que aplauden su modo sencillo, divertido, y audaz de contar historias.
Es precisamente en el humor, cima de toda inteligencia literaria, donde el autor barcelonés exhibe su condición de escritor cervantino, empleándolo no como un simple condimento, sino como recurso de primer orden con el que devolver al lector el placer de la lectura. Sin olvidar que, como dejó escrito Jardiel Poncela, «el humor, como toda planta ligera, tiene raíces profundas». Un doble juego, entre el ingenio y la ingenuidad de lo cómico, que descubrimos en el fondo de sus per- sonajes.
Convertirse en autor revelación a mediados de los setenta situó a Eduardo Mendoza en el foco editorial e hizo que sus novedades literarias mantuvieran siempre altas expectativas. Una responsabilidad que ha sabido llevar, combinando lo que la crítica y sus lectores esperan de él, con una gran versatilidad para cam- biar de registro. Si su estreno venía cargado de profundidad política y social, más allá de su trama policiaca, El misterio de la cripta embrujada o El laberinto de las aceitunas nos descubrieron a un maestro del humor, en un salto sutil que ha en- sanchado y enriquecido su carrera literaria.
Resulta asombroso cómo en ocasiones los personajes dicen más sobre el autor que el propio escritor sobre ellos. En los de Eduardo Mendoza descubrimos la humanidad de su mirada, tanto en sus momentos más cómicos como en situa- ciones de tensión o tragedia. Javier Miranda, protagonista de La verdad sobre el caso Savolta, el anónimo detective disparatado que comienza sus andanzas en El misterio de la cripta embrujada, o incluso el extraterrestre que rastrea en busca de su colega en Sin noticias de Gurb, no están tan alejados como puede parecer. Todos ellos parecen viajar al margen de la sociedad, en mundos que no comprenden, pero terminan encontrando en la mano de su creador ese sutil equilibrio que los aleja de convertirse en simples caricaturas.
El conjunto de su obra es extenso y variado, combinando el humor con la re- flexión política, haciendo viajar al lector del tiempo presente a lejanos momentos
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