Page 124 - Eduardo Mendoza y la ciudad de los prodigios
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Delfina salía provista de dos grandes capazos de mimbre y acompañada del gato. An- daba con paso decidido, pero distraída, como si fantaseara. Por culpa de esta distracción metía los pies descalzos en los charcos inmundos y en los montones de basura. Los niños que correteaban por las callejuelas la veían pasar con aire reservado. Se habrían metido con ella y le habrían tirado piedras y desperdicios si el gato no les hubiera inti- midado.
La ciudad de los prodigios
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