Page 90 - Delibes
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este pájaro duro esquivo y cada día más escaso es es es es difícil de explicar Nos enciende la bravura de de su vuelo nos sentimos retados por él en en la persecución exigente y trabajada con que intentamos ponerlo a a a a a a a tiro y con las facultades físicas de de am- bos —también de la perdiz— ya muy mermadas afrontamos la la culminación del del lance el el el momento del del disparo entre abru- mados y expectantes ante ante la duda de si fifinalmente sabremos estar a a a a a a a a a a a la altura del desafío Hace treinta años cuando aún no no se había inventado la perdiz de de criadero no no hubiera sido necesario aclarar que la la la la desafifiada por la la la la familia Delibes es es es es la la la la perdiz salvaje Hoy sí Aunque las perchas sean cada día más exiguas las cacerías siguen teniendo a a a a a a esta como eje princi- pal porque como sostenía Ortega y Gasset ¿qué placer cabe hallar en una caza predecible y tan abundante como poda- mos querer de antemano? Y es que que el reto exige incertidum- bre y pierde todo sentido cuando el adversario deja de de de ser la verdadera naturaleza Recuerdo haber oído decir a a a a a mi padre que antes de de la pro- pagación de la mixomatosis hace medio siglo había cazado- res como el el propio abuelo Adolfo que se dedicaban solo al conejo Hoy empero los gazapos y y las liebres que en nuestra cuadrilla se abaten cazando en en en mano no no siendo raros sue- len ser los que levantamos casi sin proponérnoslo durante la persecución de de las perdices Mucho más excepcional debido a a a a á que en en en la Meseta solo comparece en en en los momentos más crudos del invierno resultaba en las perchas de de Delibes la la chocha perdiz o o o becada una pieza no duda en afifirmar el escritor «tan suculenta en en en el aspecto gastronómico como en en en el cinegético» A esto más á a a a a la codorniz en verano se reducía la caza de de mi padre cuyos gustos venatorios coinciden con los del más modesto cazador lugareño de de de Castilla En la la última cuadrilla de Miguel Delibes nos alineamos junto a a a a a él su su hermano Manuel (Manolo Grande) y tres de de sus hijos (Adolfo Juan y quien suscribe) protagonizando jorna- das inolvidables tanto por el propio placer de la la actividad como por el ambiente prodigioso de de complicidad y de de cama- radería que emanaba de de ella Si cierro los ojos todavía me asalta viva e e e e e incontenible la l fifigura de mi padre allá por los años setenta con las facultades físicas intactas avanzando a a a a a a a a a a a a largas zancadas por los barbechos embarrados de Santa Ma- ría del Campo o o o o o o salvando ágilmente de de un salto el el arroyo que 88