Page 51 - Carlos III. Proyección exterior y científica de un reinado ilustrado
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LA GUERRA DE LOS SIETE AÑOS (1754 / 1756-1763) 49
Sin duda que del pacifismo añorado por la reina María Amalia de Sajonia, la esposa de Carlos III, a la firma del Pacto de Familia, debió mediar algún aconteci- miento trascendental. Si seguimos la estela del conde de Fernán Núñez, podemos tener respuesta a esta incógnita: “Hechos todos los preparativos necesarios para la entrada pública del nuevo monarca en Madrid, [procedente de Nápoles vía Barce- lona], se verificó esta el 13 de julio de 1760, con toda la magnificencia correspon- diente” pero “quiso la Providencia quitarle de su lado a su amada esposa doña María Amalia que, de resultas de una caída de un caballo que dio en Nápoles yendo de caza, y que disimuló, había padecido continuamente y al fin falleció el 27 de septiembre de 1760.”12.
Este fue el panorama que se encontró Carlos III al llegar a España: traía re- sentimientos contra los ingleses; soñaba con una Europa en paz; quería devolver la grandeza pasada a España y, en fin, en locuaces descripciones de Antonio Ferrer del Río, en Francia un “Choiseul de primer ministro, hombre altanero, frívolo y disipado como todos los grandes señores de su país en aquel tiempo [y] regida por el ascen- diente de las encopetadas rameras y de los confesores de Luis XV, todavía laxos de sus escandalosas costumbres, centro de ruínes intrigas palaciegas; aliada íntima de Austria (...).”. Por su parte, Inglaterra, “se reponía de los quebrantos y se esforzaba por alcanzar triunfos, alentándola el célebre Pitt a la cabeza del ministerio; Pitt cuya fascinadora elocuencia hacía populares las lides [capaz de] enviar de continuo soco- rros pecuniarios al gran Federico de Prusia, fénix de los guerreros, pues acometido por Austria, Sajonia, Francia, Rusia y Suecia, cuando parecía a punto de ser vencido, ostentábase victorioso y defendía heroicamente su reino (...).”13.
Por esas razones, por la grandeza militar de los contendientes principales, y por la tradición exterior impulsada por Fernando VI, parecía evidente que lo mejor era la neutralidad, hasta el punto que el rey escribió a su ministro y confidente el marqués de Tanucci (5 de febrero de 1760) que “mi sistema es ser amigo de todos y hacerme respetar de ellos”. Pero, sin embargo, la llegada de las noticias de la pérdida de Quebec, le hicieron aproximarse aunque sólo fuera emotivamente (Ferrer del Río) hacia su familia francesa y recordar —y reavivar en el recuerdo— los agravios sobre Nápoles infringidos por los ingleses cuando era rey de aquel reino.
Además, la presencia de ingleses cortando el palo de campeche en Honduras, las restricciones a la pesca en Terranova, la permanente amenaza de echar pie en tierra española de los ingleses..., todo ello estaba encendiendo el ánimo del rey que, gracias a su natural pacífico y la contención que le había brindado su esposa, mante- nía las cosas en calma. Pero María Amalia de Sajonia murió y Luis XV apretaba más y más para romper la neutralidad de Carlos III.
El pacto, finalmente, tras arduas negociaciones diplomáticas y sin poder evitar una alianza de tal magnitud, se firmó en Versalles el 15 de agosto de 1761. Interesaba el
Las explicaciones sobre las necesidades mutuas en las páginas anteriores son muy elocuentes.
12. FERNÁN NÚñEZ, conde de (Carlos José Gutiérrez de los Ríos). Vida de Carlos III. Edición de Alfred MOREl- FATiO y Antonio PAZ Y MEliÁ; prólogo de Juan VAlERA. Madrid: Fundación Universitaria Española, 1988,
pp. 153-155.
13. FERRER DEl RÍO, Antonio. Historia del reinado de Carlos III en España. Madrid: Matute y Compagni, 1856 (4 volúmenes), volumen I, capítulo II, en p. 280.