Page 128 - Carlos III. Proyección exterior y científica de un reinado ilustrado
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 3. MÖRNER, Magnus (editor). The Expulsion of the Jesuits from Latin America. New York: Alfred A. Knopf, 1965; GiMÉNEZ LÓPEZ, Enrique (editor). Expulsión y exilio de los jesuitas españoles. Alicante: Universidad de Alicante, 1997.
más tarde, significó para las Indias el extrañamiento de más de 2.600 miembros de la Compañía, que fueron conducidos por destacamentos militares para ser embarcados en naves aprestadas al efecto con destino a Italia. Los efectos no pudieron ser más desastrosos, ya que la salida de un grupo de educadores y de misioneros tan numero- so y de tan alta cualificación intelectual dejó un vacío imposible de colmar en colegios y universidades, así como en las misiones que habían regentado, especialmente las del Norte de Nueva España, las altoperuanas de Moxos y Chiquitos, las amazónicas de Maynas en el Reino de Quito y las famosas reducciones de los guaraníes del Paraguay, donde en conjunto habían sabido encuadrar a no menos de trescientos mil indígenas, que vieron destruirse uno de los sistemas más humanos ensayados por los coloniza- dores europeos en tierras americanas. Los bienes abandonados por la Compañía, las famosas temporalidades, no serían aprovechadas convenientemente pese a las buenas intenciones de la administración española, mientras las restantes órdenes religiosas se esforzaban con resultados muy desiguales por sustituir a los jesuitas en sus misiones y, en menor grado, en sus establecimientos de enseñanza3.
2 CONFLICTOS BÉLICOS Y SUS REPERCUSIONES
Carlos III, apenas asentado en el trono de España, hubo de ocuparse de dirigir un conflicto bélico que tuvo a las Indias como escenario privilegiado. En efecto, la ame- naza de Inglaterra forzó al monarca a la firma con Francia delTercer Pacto de Familia en 1761 y a la inmediata entrada en guerra en Europa, en América y en las Filipinas. En América, el hecho de armas más resonante fue la captura de La Habana por los ingleses (30 de julio de 1762). Por el contrario, los efectivos españoles pudieron resis- tir los ataques contra sus posiciones en Mosquitia, en la costa de Nicaragua, mientras que en el Río de la Plata el gobernador Pedro de Cevallos tomaba la iniciativa, con- quistando la siempre disputada colonia portuguesa de Sacramento, antes de avanzar más allá del río Negro hasta el territorio brasileño de Río Grande. Finalmente, en Filipinas, los ingleses repetían la experiencia cubana tomando por sorpresa la ciudad de Manila (5 de octubre de 1762) y el puerto de Cavite, aunque el oidor Simón de Anda y Salazar pudo organizar la resistencia en el interior de la isla de Luzón. En estas condiciones, España hubo de aceptar las condiciones impuestas por la Paz de París (10 de enero de 1763). Por un lado, recuperaba La Habana y Manila, aunque debía devolver todas las conquistas hechas frente a los portugueses en la frontera brasileña, incluyendo la colonia de Sacramento. Por otro, tenía que renunciar en favor de Gran Bretaña al territorio de Florida, que quedaba unido a la Luisiana oriental entregada por Francia, la cual, como compensación, cedía a España la Luisiana occidental, es decir todos los territorios al Oeste del Misisipi, más la capital, Nueva Orleáns4.
La primera consecuencia de la Paz de París fue la puesta en práctica de un am- bicioso proyecto de defensa de América, que se combinó con una política expansiva
4. PAlACiO ATARD, Vicente. El Tercer Pacto de Familia. Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1945. GARCÍA DiEgO, Paulino. Jano en Hispania. Una aproximación a la figura y obra de Jerónimo Grimaldi (1739-1784). Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas : Ministerio de Defensa, 2014. ANDERSON, Fred. Crucible of War: The Seven Years’ War and the Fate of Empire in British North America, 1754-1766. Nueva York: Alfred A. Knopf, 2000.
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