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el golpe de Estado de 1973, que dio paso a la terrible dictadura de Pinochet, supuso que todos estos proyectos de renovación museológica apenas tuvieran efecto en el sur del continente, no solo debido a la mencionada dicta- dura chilena, sino también a las desarrolladas a partir de esta fecha en distintos países del continente, aunque sí tuvo un gran impacto en el desarrollo de la museología internacional (De Carli, 2003). No obstante, una de las consecuencias de la MS, fue la creación de la Asociación Latinoamericana de Museología (ALAM), con el fin de dotar a la comunidad de mejores museos basados en la suma de experiencias de los países latinoamericanos. El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en México desarrolló varias iniciativas ese mismo año, con el objetivo fundamental de cumplir con los compromisos acordados en la MS, entre los que destacó integrar el mu- seo en la comunidad. Así surge el Programa de Museos Escolares, y el de los Museos Locales, (Pérez, 2018: 80). El proyecto denominado «La Casa del Museo», dentro del programa de museos locales, se extendió durante los siguientes años a diferentes colonias populares de la Ciudad de México, lo cual contribuyó a la creación de los museos comunitarios en diversas regiones de este país (Wells, 2006; Pérez, 2018). En 1984 se celebró en Quebec el primer taller internacional sobre los Ecomuseos y la Nueva Museología, que tuvo como resultado la decla- ración de principios básicos de una nueva concepción museológica y la creación de un Comité Internacional de Ecomuseos y Museos Comunitarios, dentro del Consejo Internacional de Museos (ICOM). Se reafirma, de este modo, el papel social de los museos y la primacía de esta función frente a sus funciones tradicionales (Mayrand, 1985: 201).
Ese mismo año, tuvo lugar otro encuentro en Mo- relos, en México, titulado «Ecomuseos: el hombre y el medioambiente» con participación de diversos mu- seos de Latinoamérica. Las resoluciones fueron recogi- das en el documento titulado La Declaración de Oax- tepec2 que muestra su apoyo a la Nueva Museología a través de la reivindicación tanto de la MS, como de la Declaración de Quebec y «con los esfuerzos de la mu- seología latinoamericana como instrumento al servicio del desarrollo de sus comunidades». Años más tarde, en 1992, también por iniciativa de la UNESCO, tuvo lu- gar una nueva reunión en Venezuela, cuyas resolucio- nes se recogieron en la Declaración de Caracas. En sus
2 http://www.ibermuseus.org/wp-content/uploads/2014/07/declaracao-de-oax- tepec.pdf
conclusiones destacan la vinculación entre el museo y su entorno social, político, económico y ambiental3.
1.2. El surgimiento de los museos comunitarios
En la línea de cuestionar qué es y para qué sirve un mu- seo, vinculada a los movimientos sociales y a la crítica de las instituciones públicas de la década de los 70 y los 80 en Latinoamérica, podríamos entender el surgi- miento de los museos comunitarios en México, desde donde se expandieron hacia gran parte del continente. De este modo, se trasladaba el peso museístico desde la gran narrativa oficial mostrada en los grandes mu- seos nacionales, a los pequeños museos vinculados a comunidades rurales o barrios, en los ámbitos urba- nos. Supone, por tanto, una oportunidad para que estas pequeñas poblaciones desarrollaran su propia narrativa, contaran su historia, pudieran mirarse en su propio espejo y, de este modo, proyectaran hacia el ex- terior la imagen que de ellos mismos querían transmi- tir a través de sus museos comunitarios. De este modo, México –que desde el año 1983 contaba con el progra- ma para el desarrollo de la función educativa de los museos del INAH–, fue el país impulsor de la creación de los museos comunitarios.
A partir de ese momento, se empiezan a crear y desa- rrollar museos comunitarios no solo en este país, que es donde aún hoy en día son mayoritarios, sino también en casi toda Latinoamérica, llegando a alcanzar enorme im- portancia en países como Brasil, Argentina, Chile o Cos- ta Rica, entre otros (Nascimento et al., 2012; Rico, 2002; Wells Bucher, 2006). Así, solo una década después de inaugurarse en México el primer museo comunitario –el museo de Shan-Dany, en Santa Ana del Valle, Oaxaca–, se vio la necesidad de crear en este mismo país, la Unión Nacional de Museos Comunitarios y Ecomuseos, preci- samente en el Estado de Oaxaca (Cohen, 1997 y 1999; Burón, 2012; Sepúlveda, 2017). No obstante, en muchas zonas geográficas los museos comunitarios pueden responder a realidades muy diferentes, que incluyen también el desarrollo de museos urbanos; como por ejemplo el Anacostia Community Museum (ACM), en Washington D.C., abierto al público en 1966, bajo el pa- raguas de la Smithsonian Institution (Pérez, 2018: 85; Marsh, 1968; Corsane, 2005)4.
3 http://www.ibermuseos.org/wp-content/uploads/2020/05/declaracionde- caracas1992.pdf
4 https://anacostia.si.edu/ (Visto el 9 de marzo de 2021).
3 TULU. LAS MARIANAS HOY: PATRIMONIO E IDENTIDAD
  























































































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