Page 145 - I estoria-ta: Guam, las MarianasI estoria-ta: Guam, las MarianasI estoria-ta: Guam, las Marianas y la cultura chamorra
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la lengua de las islas [...]. Se entró en la nao y fue con ellos al Maluco; y les aprovechó, porque sabía bien las lenguas de aquellas tierras y también alguna cosa de la lengua malaya». Después, tuvo un «destacado pa- pel como intérprete», en las Filipinas y en las Molucas, como bien dejó escrito fray Andrés de Urdaneta: «Nos aprovechó mucho porque sabía la lengua de las islas» (Mazón 2020: 264-265).
Este hecho resulta definitivo para afirmar que la lengua de las Marianas era malayo-polinesia. El domi- nio del idioma que había adquirido Gonzalo de Vigo significó que podía comunicarse, aunque fuera parcial- mente, con hablantes de otras lenguas de la región e incluso podía comprender «alguna cosa de la lengua malaya». Por lo tanto, todas ellas eran lenguas empa- rentadas, más o menos cercanas.
2. El primer vocabulario, la palabra «chamorro» y la primera gramática
Los habitantes de las Marianas recibieron con alegría el hecho de que Urdaneta, que volvió en 1565 con López de Legazpi, les hablara en su lengua. Es llamativo que, casi cuarenta años después, se entendieran. El piloto de la expedición, Esteban Rodríguez, escribió el primer vocabulario conocido de la lengua de las Marianas: una lista de 67 palabras, cuyo estudio detenido resulta de un interés extraordinario. Quiero destacar su fiabilidad y trazabilidad, porque la gran mayoría de las voces de su vocabulario están identificadas y estudiadas (Quilis, 1988).
Esteban Rodríguez dejó escrito que «allegaron a bordo diciendo chamurre, chamurre, que quiere de- cir amigos, amigos, y trayendo la mano por la barriga, que es señal de amistad». Y es significativo que, en su vocabulario, la primera palabra que escribió es «amigo -chamor». Del significado de «amigos», los navegan- tes enseguida pasaron a denominar a los habitantes: «un yndio chamurro», «Islas de los Chamurres» (Rodrí- guez-Ponga, 2011, 2013).
En castellano ya existía la palabra «chamorro», con el significado de «cabeza rapada». Se usaba para refe- rirse a gallegos5 y portugueses, que se esquilaban la cabeza (Corominas y Pascual, 1980). Por lo tanto, era una palabra conocida por los navegantes españoles
5 Llama la atención que «chamorro» se usara para los gallegos y que el primer español que vivió en las Marianas fuera, precisamente, un gallego.
que, sencillamente, la empezaron a usar, desde 1565, para referirse a otro pueblo.
Así pues, «chamorro» tiene doble etimología. Por un lado, es española, de origen vasco. Por otro, es una voz isleña, que significaba «amigo». Y me arriesgo a em- parentar chamurre - «chamorro», con la palabra mau- ri (hoy maolek), que significa «bueno».
En 1668, los chamorros recibieron al jesuita Die- go Luis de Sanvitores, mártir en 1672 (Baró i Queralt, 2010; Coello de la Rosa, 2020). Escribió un breve ca- tecismo y, en latín, la primera gramática de la que lla- mó lingua mariana (Burrus, 1954). Sanvitores, que puso el nombre de Marianas a las islas, llamó también «marianos» a sus habitantes y a su lengua. Sin embar- go, al cabo del tiempo, prevaleció la designación de «chamorro». La gramática de Sanvitores tiene el mérito extraordinario de ofrecernos una imagen de la lengua del siglo xvii y de presentar una perspectiva funcional y pragmática, iniciando así una línea de trabajo en los estudios de lenguas MP (Winkler, 2016).
Los primeros préstamos del español en chamorro fueron «padre» pale’ «sacerdote», «cruz» kilu’s, «Dios» Yu’os, «maíz» mai’es, como resultado de los cambios en la vida social de los chamorros. Sanvitores introdujo palabras españolas en sus escritos en lengua mariana como «misa», «Santa María»... (RodríguezPonga, 2005).
3. Las transformaciones y el nuevo chamorro
Entre los siglos xvii y xix, bajo administración españo- la, los chamorros vivieron transformaciones sociales y religiosas que tuvieron repercusión en la lengua, que sufrió una alteración de enorme alcance. Veamos algu- nos ejemplos.
La nueva forma de organización familiar significó una reorganización de las relaciones personales y, por lo tanto, del léxico del parentesco, que percibimos hasta hoy. Actualmente, nos llama la atención que las palabras para la familia nuclear siguen siendo MP (lahi «hijo», haga «hija», asagua «cónyuge», chelu’ «herma- no, -a»), mientras que las demás son de origen español (tiu, tia; sobrinu, sobrina; primu, prima; guelo, gue- la «abuelo, -a»; etc., incluido el parentesco espiritual (patlino, matlina; hådu, håda «ahijado, -a»). Amplia- ron el vocabulario y, lo que es más importante desde el punto de vista estrucural, adoptaron la categoría gra- matical de género (Rodríguez-Ponga, 2009: 221-229).
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Permanencia, contacto y cambio en el chamorro, lengua de las islas Marianas