Page 13 - I estoria-ta: Guam, las MarianasI estoria-ta: Guam, las MarianasI estoria-ta: Guam, las Marianas y la cultura chamorra
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El pueblo con el que se toparon Magallanes y su tri- pulación no vivía en «estado salvaje», sino en armonía con la naturaleza y en una compleja estructura social que satisfacía sus necesidades. Hablaban una lengua austronesia, pero que habían desarrollado por cuenta propia a partir del protopolinesio-malayo occidental in- cluso antes del desarrollo y la dispersión de las lenguas filipinas. Los taotao tano’ estaban tan cómodos con su propia existencia que su cosmología indicaba que eran originarios de estas islas. Que no eran migrantes. El mito de la creación de Puntan y Fu’una habla de la creación de nuestro entorno físico y nuestra sociedad a partir de la relación entre un hermano y una hermana.
Todo lo anterior influye considerablemente en el modo que tenían los CHamoru de interpretar el mun- do. Estos desarrollos proporcionan un ambiente fértil para la imaginación histórica y la impresión artística. Al encontrar los vínculos de los migrantes originales con el presente y la conexión con otras migraciones en el Pacífico, establecemos un sentido de la identi- dad renovado y más firme. Las contribuciones de la arqueología, la lingüística e incluso la genética pro- porcionan ahora una historia todavía más coherente sobre la narrativa única del pueblo CHamoru.
Pero, al mismo tiempo que estimulamos nuestra imaginación y ampliamos nuestros conocimientos concretos sobre la vida del pueblo CHamoru, debe- mos tener en cuenta los hechos históricos que verda- deramente tuvieron lugar tras la llegada de Magallanes y los que vinieron después. Porque, una vez que los primeros europeos descubrieron Guahan, llegaron otros. Al principio estas visitas se produjeron poco a poco, pero ocurrirían casi doscientos años antes de que otras islas del Pacífico fueran objeto del «descu- brimiento» occidental.
Ese goteo de contactos pasó a ser anual con el Ga- león de Manila, que comenzó su andadura después de que Miguel de Legazpi proclamara que Guahan y las islas de la zona pertenecían a España en 1565. Esa po- sesión no generó ningún sentimiento de pertenencia inmediato. Por el contrario, lo único que ocurrió fue que el Galeón de Manila, que viajaba anualmente en- tre Acapulco, Nueva España y Manila, empezó a hacer escala en Guahan. Mientras el mundo era testigo de los primeros viajes comerciales de ultramar, entre la plata del Nuevo Mundo y los productos de lujo de Asia en los mercados de Manila, el pueblo CHamoru empe- zaba a establecer sus propias relaciones comerciales. Empezó como un goteo, pero lo suficiente para que acabara inundándolo todo.
Esa inundación llegó con los misioneros jesuitas españoles liderados por Diego Luis de San Vitores en 1668. A pesar de todas las protestas y de la buena fe que hubiesen podido generar las actividades religiosas, ocu- rrió lo inevitable: estalló la guerra y se introdujeron en- fermedades que diezmaron al 90 % de la población en un plazo de 30 años desde que se estableció la colonia. El propio San Vitores murió a manos de Matapang, y el pueblo CHamoru recibió nuevos héroes que venerar y villanos a los que recordar. Por supuesto, todas estas ac- tividades fueron documentadas principalmente por los diarios de los sacerdotes y los ocasionales testimonios escritos de soldados y oficiales.
Este fue el culmen de la lucha por la existencia del pueblo CHamoru. Hoy en día, se recuerda con más in- tensidad que nunca y figura con claridad en el ideario de los jóvenes de Guahan, de un modo que no se com- prendía ni apreciaba cuando yo era joven. Es el obje- to y el sujeto de la esencia misma de lo que significa ser CHamoru. Los hechos son claros: un pueblo libre fue conquistado mediante los despreciables actos de los invasores y las enfermedades que trajeron consigo. Ahora, estos acontecimientos nutren la representación artística, la inspiración poética y la pontificación políti- ca. Los líderes despotrican sobre 500 años de colonialis- mo, aunque el verdadero comienzo del asentamiento de los españoles ocurrió hace solo 350 años. El imagi- nario pesa más que los detalles.
En la fachada del Museo de Guahan (oficialmen- te, Senator Antonio M. Palomo Guam Museum and Chamorro Educational Facility), figura plasmado el discurso del más ferviente líder CHamoru a la vista de todos. Las palabras de Hurao hablan de intrusos, de la pérdida de libertad, de fábulas religiosas, de enferme- dades y ofensas al pueblo. No sabemos si pronunció exactamente esas palabras, pero estamos seguros de que dijo algo similar. Sabemos que existió.
Sin embargo, la conquista siguió adelante y la vida de los CHamoru quedó reconfigurada. Fueron obli- gados a vivir en torno a las iglesias, en unos pocos pueblos, e instados a criar ganado y cultivar alimentos para ser autosuficientes, en los términos en que las autoridades españolas entendían que debía ser. Los CHamoru dejaron de dirigir la vista al mar y, por el contrario, se centraron en el rancho y la granja. Ade- más, las plantas que llegaron del Nuevo Mundo, espe- cialmente el maíz y el tabaco, cambiaron su dieta y sus hábitos cotidianos.
La influencia de Nueva España (México) fue clara durante el primer siglo de dominio español. La lengua
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I ManCHamoru Pa’go – El pueblo CHamoru hoy