Page 33 - Ana Juan. Dibujando al otro lado
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Una vez más, el destino de la mujer en manos de la acción masculina. Idea que retoma Ana Juan, para devolverla al espectador a modo de feroz crítica.
En esta versión, ningún príncipe despierta a la joven, sino que, debido a un afortunado accidente al mover el ataúd en el que se encuentra, un trozo de manzana sale de su garganta y recobra el aliento. Sin embargo,
a partir de la versión realizada por la factoría Disney, parece que ha quedado grabada en el subconsciente colectivo, la idea de que la joven despierta gracias al beso de un apuesto príncipe. Una vez más, el destino de la mujer en manos de la acción masculina. Idea que retoma Ana Juan, para devolverla al espec- tador a modo de feroz crítica. En su versión, efectivamente es un hombre quien despierta a Snowhite de su letargo, pero no mediante un dulce beso, sino tras el abuso sexual al que es sometida.
Existe otro particular ajuste de cuentas hacia las edulcoradas versiones que han sucedido al clásico de los Grimm, en cuya obra, el príncipe y Blancanieves acaban casándose. A su boda invitan a los enanitos y a la madrastra, que es obligada a bailar calzada con unos zapatos de hierro incandescente hasta morir. Esta idea del castigo extirpada a partir de la versión de Dis- ney es retomada por Ana Juan. En su versión, efectivamente, la joven contrae matrimonio con su nuevo tutor. Aunque, lejos de ser un acto envuelto de felicidad, es más bien el deto- nante que le empuja de alguna forma a revivir el fatídico destino de su propia madre, cuya so- litaria existencia la llevó a desear engendrar un hijo que la acompañase en su soledad. Mien-
tras que la madrastra recibe el castigo, fruto de su propia vanidad, como puede apreciarse en la ilustración a modo de epílogo con la que se cierra este álbum.
Puestos a revisar las diferentes versiones que han precedido a esta intrépida recreación de Ana Juan, convendría mencionar un pun- to que, a su vez, nos ayudará a entender de dónde surge el nombre de Erthaland, proyecto que analizaremos a continuación. Existen dife- rentes estudios que sostienen que Blancanie- ves está inspirada en una princesa nacida en junio de 1728, cuyo nombre era Maria Sophia Margaretha Catharina von Erthal. Aparece des- crita en algunos documentos como “un ángel caritativo y bondadoso” que vivía rodeada de niños envejecidos prematuramente debido al trabajo que desempeñaban en las minas. Presa de los celos, su madrastra hizo envenenar los frutos de los árboles por donde la joven pasea- ba con el fin de acabar con ella. Aunque otros escritos revelan que fue envenenada por orden del rey. Por otro lado, el castillo en el que vivió es hoy un museo cuya principal atracción es
un espejo que repite cada palabra pronunciada por quien le hable. Sobre el marco del espejo puede leerse la inscripción: “amor propio” y
se trata de un refinado juguete acústico muy en boga en la época. Sea como fuere, parece que los hermanos Grimm tuvieron en cuenta esta historia para seguir con el hilo argumen- tal de la desdichada vida que tuvo la princesa Margaretha von Erthal.
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