Page 230 - 100 años en femenino
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nos impide entrar masivamente en los puestos directivos o políticos como hacen ellos. Luchamos y no tenemos más remedio que soportar las feroces críticas de los medios de comunicación, a los que siempre les sale algún periodista misógino por alguna rendija y llueven los insultos o las bur- las a la o las mujeres que han logrado hacerse un hueco en la vida pública mucho más feroces e injustos que los que dedi- can a los hombres. Seguimos luchando en el trabajo porque sabemos que por igual trabajo tenemos una remuneración entre un 17 y un 28 % inferior a la de un hombre y además estamos expuestas a su acoso; los contratos a tiempo parcial son mayoritariamente para mujeres, lo que demuestra que su trabajo es muy a menudo trabajo en precario, por más que su preparación sea buena e incluso mejor que la de ellos. Luchamos para salvar nuestra dignidad en la vida de familia, que conserva un índice de maltrato que no desciende ni en cantidad ni en ferocidad, como lo demuestran los 650 asesi- natos de mujeres a manos de sus parejas o exparejas en los últimos seis años. Luchamos y seguimos adelante aunque sabemos que tanto en la justicia como en el hogar como en el puesto de trabajo estamos doblemente victimizadas.
Nuestra lucha nace de una toma de conciencia de la propia situación en que estamos como género en nuestro país y de la de miles de mujeres que en el mundo sufren como noso- tras hemos sufrido. Es decir, es una lucha que nace de la conciencia y de la solidaridad que el tiempo y la información han ido despertando en nosotras y nos han llevado a cono- cer y defender una situación de profunda injusticia, aunque la nuestra haya cambiado tan radicalmente que son muchas las mujeres y muchos más los hombres convencidos de que ya no hay que protestar porque en cuestión de igualdad rozamos la perfección. Y no es así, sabemos que nos queda un largo camino por recorrer, pero somos cada vez más las mujeres, orgullosas de serlo, que creemos en la solidaridad y en la lucha por conseguir lo que creemos justo.
Algún día, a medida que avancemos en el camino de esta igualdad de derechos que reclamamos, tal vez se acabe enten- diendo que la nuestra es una revolución no cruenta, pausada y a la que día a día se suman más mujeres y más hombres de todo el mundo, y tiene grandes posibilidades de conseguir su objetivo porque afecta a la mitad de los seres humanos, su reivindicación es justa y apunta directamente al corazón de la sociedad.
231—Rosa Regàs Transformación de la sociedad