Page 120 - El rostro de las letras
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esperando la ocasión propicia para vengar su orgullo injuriado; para decirnos, para decirse a sí mismo y a sus amigos más cercanos, que, pese a las apariencias, nadie había podido doblegarle, ni González Bravo, ni Isabel II, ni el padre Claret ni la Monja de las Llagas, a los que ya había crucificado sañudamente, de trazo y de palabra, en su procaz y despiadada caricatura Los borbones en pelota, que firmó como Sem, junto a su hermano Valeriano.
De Pedro Antonio de Alarcón (Guadix, 1833-Madrid, 1891), nos han quedado decenas de estampas fotográficas, como las que se conservan en los álbumes familiares del escritor, en el álbum de Rovira, “Los Representantes de la Nación” y, sobre todo, en los cuadernos de Martínez Sánchez y del pintor Manuel Castellano. En ellas le encontramos interpretando esmeradamente su pro- pio personaje, lindando la arrogancia en algunas, sin desdeñar
a veces las chilabas morunas de sus tiempos de las campañas de África. Los fotógrafos nos lo han mostrado con el rostro ceñudo, como disgustado con sus semejantes y seguramente consigo mis- mo, a pesar del gran éxito popular que llegó a alcanzar en vida. Sus mejores retratos son de las décadas de 1850 y 1860, están copiados en grandes formatos y tienen una envidiable calidad;
la misma que algunos de Julio Nombela (Madrid, 1836-1919), realizados seguramente por el mismo autor (¿Martínez Sánchez?) hacia 1855. En uno de ellos encontramos al escritor en el estudio del fotógrafo, atrincherado en una mesita de atrezo, con cara de persona venida a más, rodeado del calor de su padre y sus herma- nas, Dolores y Rafaela. Su pose es la de un joven orgulloso de sí mismo, que mira distraídamente a la cámara, mientras sostiene entre sus manos un libro que debe ser suyo, a juzgar por la pose satisfecha de los que le acompañan en la imagen.
De José de Echegaray (Madrid, 1832-1916) se conservan numerosas fotografías, sobre todo de sus momentos de gloria como ingeniero, diputado constituyente, presidente de Tabacalera, ministro y Premio Nobel, que de todo fue aquel hombre diminuto que, según Unamu- no, fue la única persona que llegó a algo en España. Las decenas
de fotografías suyas que conocemos nos lo muestran tratando de subrayar su menguada persona, náufrago en sus despachos oficia- les, empequeñecido por el lujo de los muebles de caoba en los que atesoraba avaramente los libros dedicados y los billetes que manda-
Página anterior: De Pedro Antonio de Alarcón los mejores retratos son los de la década de 1850, antes de los cambios que aportó a la fotografía la carte-de-visite. El de la página de la izquierda fue tomado, probablemente, por MARTÍNEZ SÁNCHEZ y se conserva en los cuadernos del pintor Manuel Castellano. (Biblioteca Nacional de España)
Medallón fotográfico de Pedro Antonio de Alar- cón. Hacia 1865 (Fundación Lázaro Galdiano)
Manuel COMPAÑY. José Echegaray acompañado por María Guerrero y Fernando Díez de Men- doza en el Saloncillo del teatro Español. Hacia 1895 (MECD, AGA, Fondo MCSE)
RETRATOS PARA TODOS
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